Política

Inteligencia Artificial, la otra carrera

Este año, 2023, arrancó popularizando lo ya presente en gran número de personas, comenzando en los teléfonos inteligentes, sus aplicaciones y motores de búsqueda: la Inteligencia Artificial (AI). ChatGPT de OpenAI en sus distintos niveles de desarrollo y accesibilidad es la referencia obligada. Una plataforma de “conversación”, es decir con la que se “dialoga” a partir de preguntas, solicitudes de información, recreando y construyendo información textual a partir de una base de datos con información digitalizada disponible en la web.

Sorprendente, fascinante, cautivadora, encantadora, como ha sucedido con todo desarrollo tecnológico y de conocimiento desde los comienzos de la humanidad; se podría decir, desde que el ser humano domesticó y dominó el fuego, o sea, desde que se hizo señor (dominus) del fuego y lo introdujo a su espacio más íntimo y seguro, “domus”, casa. ¡Qué revolucionario y dinamizador para la humanidad fue la domesticación y dominio del fuego!

Pero a la par, el encanto y la fascinación a lo largo de la historia de la humanidad van emparejadas con el temor, e incluso miedo. Así lo podemos observar, por citar algunos desarrollos y avances tecnológicos: la imprenta de tipos móviles, la máquina de vapor, el telégrafo, la radio, la televisión, la locomotora, el automóvil de combustión interna, el avión, los satélites, la digitalización e internet, la energía nuclear, el conocimiento y desarrollo genético, etcétera.

El desarrollo de la Inteligencia Artificial se aceleró exponencialmente con la pandemia Covid-19. Las empresas de tecnologías de la información y la comunicación, además de ser las ganadoras con mayores ingresos como las farmacéuticas, se catapultaron más y ahora están, no perderlo de vista, en una carrera-competencia; una lucha por el mercado que supone una dependencia aún mayor de los usuarios. Incluso, no falta quien vea en esta lucha un escenario dibujado ya en ciencia ficción: quien domine este campo, dominará voluntades.

Tan solo en marzo, el conocido Chat GPT de OpenAI mejoró sustancialmente su “servicio”, sobre todo el de paga (GPT-4), las generadoras de imágenes-personas, aumentaron su resolución y detalles, resolviendo la “creación” de manos y dedos.

Por otra parte, en esta carrera, se registraron durante marzo dos eventos que tienen en común el ser llamados de alerta.

La semana antepasada, a través de una carta abierta, Future of Life Institutehizo un llamado a los laboratorios gigantes que desarrollan Inteligencia Artificial a pausar sus trabajos por al menos seis meses “para desarrollar e implementar conjuntamente un conjunto de protocolos de seguridad compartidos para el diseño y desarrollo avanzados de AI que sean rigurosamente auditados y supervisados por expertos externos independientes. Estos protocolos deben garantizar que los sistemas que se adhieren a ellos sean seguros más allá de toda duda razonable” (ver: http://bit.ly/3G7iNEE).

Entre los firmantes-promoventes de esa carta abierta se encuentran Elon Musk, CEO de Twitter, SpaceX, Tesla y cofundador de AI; Emad Mostaque, CEO de Stability AI; Stuart J. Russell, autor del manual más usado en el campo de la AI o Yoshua Bengio. Bill Gates y Steve Wozniak, cofundador de Apple.

Días después, en el Vaticano se realizó el encuentro “Diálogos Minerva”, promovido por el Dicasterio para la Cultura y la Educación, con la participación de expertos del mundo de la tecnología, científicos, ingenieros, empresarios, juristas, filósofos y teólogos.

El papa Francisco, en su mensaje a los participantes (27 de marzo de 2023) señaló: “el desarrollo de la inteligencia artificial y del aprendizaje automático tiene el potencial de aportar una contribución beneficiosa al futuro de la humanidad, no podemos descartarlo. Sin embargo, estoy seguro de que este potencial sólo se hará realidad si existe una voluntad coherente por parte de quienes desarrollan las tecnologías para actuar de forma ética y responsable”.

Sobre la Inteligencia Artificial hay muchas dudas, encanta y provoca temores. Su avance es tan vertiginoso que está superando la capacidad humana para aprehenderla humanamente.

Resalto, sin embargo, un elemento que Francisco Papa puso sobre la mesa y del que raramente se considera:

“Me preocupa que los datos disponibles hasta ahora parezcan sugerir que las tecnologías digitales han servido para aumentar las desigualdades en el mundo. No sólo las diferencias de riqueza material, que son importantes, sino también las diferencias de acceso a la influencia política y social. Nos preguntamos: ¿son nuestras instituciones nacionales e internacionales capaces de exigir responsabilidades a las empresas tecnológicas por el impacto social y cultural de sus productos? ¿Existe el riesgo de que el aumento de la desigualdad socave nuestro sentido de la solidaridad humana y social? ¿Podríamos perder nuestro sentido de destino compartido? En realidad, nuestro objetivo es que el crecimiento de la innovación científica y tecnológica vaya acompañado de una mayor igualdad e inclusión social” (ver: http://bit.ly/40Cun2y).

Sí, esa brecha digital ya existente que con la Inteligencia Artificial acrecientan y aumentarán de no atenderse la ya ofensiva e indignante brecha social, económica, cultural, política.


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Rubén Alonso
  • Rubén Alonso
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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