El nombre que se autoimpone un Pontífice expresa el sentido y misión en el tiempo; esto a su vez, hunde raíces en una tradición bíblica, desde cómo en el Génesis Dios le dio nombre a cada creación, el “nombre de Dios”, el de las personas y su misión (tú, Simón, te llamarás Cefas (Pedro=Piedra. Juan, 1, 42; Mateo, 16, 18). Ahora, Robert Francis Prevost Martínez se autoimpone ser “León”.
Un frater y amigo sacerdote, José Luis Cerra Luna, me compartió: “Cuando oí ‘León’ pensé… ¡Qué fuerte! Un mensaje poderoso”. Consideró a León Magno, papa, de quien se conoce “detuvo” con su palabra a Atila en el año 452 cuando se aprestaba invadir Roma.
Luego, siguieron las interpretaciones: en referencia al “León de (la tribu de) Judá”, o sea David, el segundo rey de Israel, de donde surgiría Jesús, nacido en Belén de Judá, y que el libro del Apocalipsis (5, 5) refiere: “No llores: ha triunfado el León de la tribu de Judá, el Retoño de David, y él abrirá el libro y sus siete sellos”.
Pero Prevost Martínez, ante cardenales despejó las dudas e inferencias: “León” en referencia al Papa León XIII (de finales del siglo XIX), quien con su encíclica “Rerum Novarum” dio respuesta al cambio de época en el marco de la Revolución Industrial. “Hoy la Iglesia ofrece a todos, su patrimonio de doctrina social para responder a otra revolución industrial y a los desarrollos de la inteligencia artificial, que comportan nuevos desafíos en la defensa de la dignidad humana, de la justicia y el trabajo”.
Si bien con su nombre de León, Prevost Martínez marca una “misión” en este momento de la historia y cambio de época, ha señalado una ruta de continuidad con sus predecesor, Francisco, planteándoselo al Colegio Cardenalicio, primer círculo de “consejeros” en la conducción de la Iglesia: el Camino Sinodal, convocado por Francisco, al concluir en octubre de 2024, cuando se presentó y entregó la ruta a seguir con base en el Documento final “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión” (ver y descargar en: https://bit.ly/42U4eA3).
A diferencia de otros Sínodos, en los que el Papa retoma el documento final y con base en el emite una Exhortación Apostólica, elevando las conclusiones al magisterio de la Iglesia, Francisco dijo que no lo haría: “Basta con lo que se ha aprobado. En el Documento hay ya indicaciones muy concretas que pueden ser una guía para la misión de las Iglesias, en los diversos continentes, en los diferentes contextos”.
Así que, estimo, entre el nombre elegido y la ruta de la Sinodalidad, León XIV ha marcado la ruta que seguiría su ministerio petrino y de toda la Iglesia. Su estilo personal podrá ser la atracción mediática, que ayuda ciertamente, pero no lo es todo ni lo fundamental; sus palabras serán indicativas, pero con el riesgo de asumirse discursivas. Los hechos, vinculados a las palabras, darán la certeza. Por lo pronto, la ruta Sinodal, práctica, concreta, programática, en la medida que vuelva hacia abajo y se opere, de donde surgió (parroquias, diócesis, naciones, continente) será la evidencia de continuidad y fidelidad a lo esencial. _