Las libertades siempre están en riesgo, amenazadas, por ello hay que estar en vela, cuidándolas, protegiéndolas, ensanchándolas. El poder, en todas sus expresiones, materializaciones y quienes lo ejercen, rondan para devorar libertades. El caso Sergio Aguayo es emblemático y puede anticipar una ruta contra la libertad de expresión en México, desde el poder político y judicial.
Humberto Morerira Valdez, ex gobernador de Coahuila, exdirigente nacional del PRI, demandó al jalisciense, académico y columnista Sergio Aguayo Quezada por daño moral, presuntamente provocado el 20 de enero de 2016 con la publicación de un artículo periodístico (Reforma), en el cual, retomando asuntos y ejercicios públicos del entonces mandatario y funcionarios coahuilenses, le puso nombre a lo que públicamentese percibía: Moreira desprende “hedor a corrupción”.
Luego de ser absuelto Aguayo en marzo de 2019 de ese presunto “daño moral”, Moreira acudió en octubre siguiente a otra instancia, la cual condenó al académico-columnista a reparar el “daño” por lo publicado y condenándolo a pagar a Moreira diez millones de pesos.
Ante ello, Aguayo recurrió a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), quien, en su Primera Sala, no sólo deberá dar la última palabra jurídica sobre el caso, sino zanjar ruta y límites en el ejercicio de la libertad de expresión.
Los derechos, incluso los fundamentales de la persona humana, no son absolutos. Sus límites, cuando estamos ante su ejercicio individual-personal, están en los derechos del otro, es decir, hay un límite interpersonal, e incluso colectivo-comunitario; pero en sí mismos, los límites de los derechos están en la interrelación que guardan ellos mismos, de tal forma que no podemos ejercer derechos fundamentales aisladamente.
Cuando los derechos se ejercen desde una función y finalidad social-pública, su ejercicio adquiere grados de protección y exigencias específicas. Así, la libertad de expresión, propia de todo ser humano, en la función periodística, sin ser absoluta, se ejerce y protege de manera más amplia.
El caso Morerira vs Aguayo, con todo el hedor de por medio, en tiempos de tentación de “pensamiento único”, de justicia y ruta unipersonal, la libertad, y en esto de expresión, enfrenta una amenaza que puede herir de muerte la libertad de expresión.
Twitter: @jrubenalonsog