Política

A qué vino Kushner

  • Columna de Romeo Ricardo Flores Caballero
  • A qué vino Kushner
  • Romeo Ricardo Flores Caballero

México y Estados Unidos viven uno de los intercambios internacionales más complicados del mundo. Es una relación de amor y odio con raíces coloniales. Se inició cuando nuestros vecinos adquirieron Luisiana y Florida como parte de su Destino Manifiesto que implicaba expandirse del Atlántico al Pacífico. La idea era extenderse por toda América "Por la autoridad divina o por Dios" sin importar los medios: por adquisición, compra, invasión o despojo. Todo con el poder del dinero o por la fuerza.

Desde entonces México estuvo, ha estado y estará a la defensiva. Superó primero la compra de Texas, sobrevivió a la separación de los estados de Coahuila y Texas, aguantó la creación de la república de Texas para sucumbir a una "guerra embrujada", en la que fue despojado de la mitad de su territorio. Sin duda, la guerra más productiva de Estados Unidos en toda su historia.

Y la más dramática y lamentable de la historia de México Desde entonces México se convirtió en el laboratorio de la política exterior de Estados Unidos.

Aquí se experimentaron los planes de expansión hacia Asia y aquí se ensayaron las mañas, las argucias, los pretextos, las destrezas y las técnicas que le permitieron sacar a España de América, apoderarse de los países del Caribe y afianzar su política continental que, después de las llamadas Primera y Segunda Guerras Mundiales, le permitió convertirse en potencia mundial y dictar las reglas del juego. El Banco Mundial (BM),el Fondo Monetario Internacional (FMI), El Banco Internacional de Desarrollo (BID) y la Organización de Estados Americanos (OEA) se convirtieron en los operadores de la economía y la política del planeta.

Para los gobiernos de México ha sido una hazaña mantener algo de su soberanía y su independencia frente a la omnipresencia de Estados Unidos. Fue una hombrada lograr la expropiación petrolera y la nacionalización de la industria eléctrica. Como lo fue defenderse de Estados Unidos en la OEA, durante la exclusión de Cuba.

Mantener su dañada soberanía, a pesar de la subordinación de los gobiernos de Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto. Este último se alineó recientemente contra Venezuela violando los principios constitucionales de no intervención, autodeterminación de los pueblos y solución pacífica y negociada de los conflictos.

Con estos antecedentes llegó a México Jared Kushner, yerno y asesor senior del presidente Donald Trump. ¿A qué vino? ¿A resolver los problemas más serios de las relaciones entre los dos países enmarcados en el tráfico de personas, el tráfico de drogas y el tráfico de armas? Tal vez la experiencia del nuevo experto en política exterior no dé para la solución de problemas tan serios. Sin embargo, el merecedor del Águila Azteca, dicen los maliciosos, pudo venir a tratar asuntos relacionados con la economía, el comercio, las exportaciones de aguacate, de automóviles o los pormenores del T-MEC y su firma posterior.

O tal vez llegó para disciplinar a México sobre la imposición del joven Juan Guaidó en Venezuela.

México es miembro del Grupo de Lima, un organismo respaldado por Estados Unidos con el propósito de combatir a los gobiernos progresistas de la región. Apoya al autonombrado presidente de Venezuela apoyado por la OEA y el gobierno de Estados Unidos. El Grupo promueve el desconocimiento del presidente Maduro y encabeza una guerra propagandística sin escrúpulos para desprestigiarlo y lograr el objetivo de derrocarlo. Pero México es también miembro del Foro de Sao Paulo, un organismo integrado por partidos políticos y grupos de izquierda que excluye a Estados Unidos y se opone a la intervención en Venezuela.

Frente a los múltiples problemas de las relaciones con Estados Unidos, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador enfrenta un dilema.

Apoya la autodeterminación de Venezuela, pero no se opone abiertamente a las maquinaciones de Estados Unidos con la OEA y el Grupo de Lima en contra de Caracas. Por otra parte, le hace al trabajo sucio a sus vecinos al tolerar y organizar el paso por México de la migración centroamericana.

Estados Unidos podría invertir, dijo el Presidente, hasta diez mil millones de dólares para desarrollar en el sureste de México y Centroamérica un programa migratorio para crear empleos y evitar el traslado hacia Estados Unidos.

¿Es Jared Kushner el interlocutor adecuado?

¿Se inaugura una nueva forma de practicar la diplomacia entre México y Estados Unidos? ¿Formal, pero informal; privada, pero pública? ¿Se olvidan los insultos, ofensas y descalificaciones?

¿Borrón y cuenta nueva? ¿Mantiene México su posición sobre Venezuela? ¿Se formalizará la firma del T-MEC? o ¿Vino a leer la cartilla? ¿Usted qué cree?

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