Política

Repudian a los ricos mientras se enriquecen ellos

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Los apóstoles de la 4T profesan una doctrina anticapitalista. O, por lo menos, eso pretenden porque cuando escarbas un poco en el apartado de sus personalísimos peculios resulta que poseen alegremente “bienes muebles” y “bienes inmuebles” (y otros bienes de no tan evidente clasificación).

Lo de no atesorar riquezas materiales ha de ser entonces una misión que ellos ofrendan generosamente como receta par ser seguida por los demás. O sea, no es algo que ellos, los mentados predicadores, deban de acatar ni observar en su terrenal cotidianidad. Estamos hablando de algo así como una recomendación muy paternal que le hacen al público en general para que renuncie a la codicia y para que experimente, de primera mano, el sublime trance de no ambicionar cosas, de contentarse con la posesión de unas pocas pertenencias y de encontrar ahí, en una vida de prístina sencillez, la primigenia felicidad del buen salvaje –con perdón— o la beatitud que alcanzan los justos en este mundo.

Si me preguntan ustedes mi opinión habré de decirles que no comparto en lo absoluto ese dogma. Todo lo contrario: el mero recuerdo de la alegría que viví el día en que me pagaron mi primer salario o de la euforia que experimenté al volante del coche que me pude comprar unos meses más tarde me coloca directamente en la subespecie de los individuos irremediablemente enganchados en el disfrute de lo material.

Con el paso del tiempo se diluyen, desde luego, esos momentos de fugaz felicidad (es un asunto, como siempre, de rendimientos decrecientes) pero el impulso de poseer un nuevo esmartófono o de comprarte una bonita chamarra o de tener muebles más bonitos en la sala sigue estando ahí. Y, con el permiso de los lectores, creo que una inmensa mayoría de los humanos comparten esta condición mía: son también deseadores de objetos y patrimonios. De otra manera no te explicas el rotundo éxito del modelo de libre mercado en oposición al estrepitoso fracaso de los regímenes comunistas.

En fin, el tema está en la agenda pública en estos momentos: el visceral rechazo de la 4T al satanizado “neoliberalismo” se traduce en un paralelo repudio a empresarios, hombres de negocios, inversores y comerciantes. Ese odio es hipócrita. Pero aparte, no sirve para acabar con la pobreza.

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Román Revueltas Retes
  • Román Revueltas Retes
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  • Violinista, director de orquesta y escribidor a sueldo. Liberal militante y fanático defensor de la soberanía del individuo. / Escribe martes, jueves y sábado su columna "Política irremediable" y los domingos su columna "Deporte al portador"
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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