Política

Pobres, pero muy soberanos…

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El extranjero que invierte en este país no es bienvenido por los guardianes de la sacrosanta soberanía nacional. La entelequia de que la mexicanidad debe impregnar absolutamente todos los espacios de lo público ha sido el gran mito propalado por nuestros prohombres políticos y el argumento sustantivo de la demagogia que nos han incansablemente asestado.

El enjuiciamiento del extraño enemigo se remonta a los tiempos de la Conquista o, más bien, a la reconstrucción de ese episodio histórico como un acto de supremo avasallamiento y abuso. La exigencia de reparaciones formulada aquí para que los descendientes ibéricos de aquellos invasores escenifiquen ahora un solemnísimo y humilde acto de contrición desconoce que nosotros somos también herederos directos de esa mismísima gente, hablantes de su lengua, devotos practicantes de la religión que trajeron a estas tierras y, en lo general, sujetos portadores de una identidad indiscutiblemente judeocristiana por más que degustemos mole poblano y que hayamos enriquecido el castellano aportándole términos del náhuatl tales que tlapalería, tianguis, metate o achichincle.

A partir de esa selectiva negación de nuestros orígenes y en consonancia con el victimismo debido a nuestra primigenia condición de pueblo conquistado —y explotado y despojado y desposeído— le atribuimos al fuereño que arriba a negociar en estos territorios las mismas negras intenciones que se le hubieren podido suponer al español colonizador: no viene a invertir sus caudales en procesos productivos ni a crear riqueza: se aparece aquí para saquear.

Así como la memoria de la mentada invasión de los peninsulares persiste como un supremo pretexto para explicar todos nuestros males, así nos olvidamos, igualmente, que México lleva ya más de 200 años como nación independiente y que, tras esos dos siglos de ejercer libremente las correspondientes potestades —hablando de soberanía, miren ustedes— cierta mínima responsabilidad nos tendría que tocar a nosotros los mexicanos a la hora de repartir culpas.

Pero, sobre todo, tendríamos que enterarnos también de que un país requiere de capitales, porque no hay casi nación alguna en este planeta que cuente con los recursos para satisfacer plenamente sus necesidades de inversión.

Ah, pero es la “soberanía”…

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Román Revueltas Retes
  • Román Revueltas Retes
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  • Violinista, director de orquesta y escribidor a sueldo. Liberal militante y fanático defensor de la soberanía del individuo. / Escribe martes, jueves y sábado su columna "Política irremediable" y los domingos su columna "Deporte al portador"
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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