Las corcholatas andan ya en campaña, por sus fueros y a sus anchas. Ustedes perdonarán el término utilizado para referirnos a los augustos candidatos del oficialismo, amables lectores, pero los escribidores no podemos desentendernos del léxico propalado por el régimen de la 4T.
Los comentaristas de temas políticos decretan, desde ahora, que ese activismo anticipado se va a traducir en una ventaja inalcanzable a la hora de que se celebren formalmente las elecciones presidenciales. No sólo eso sino que alguno, por ahí, soltó que eran “formidables” contendientes siendo que en la oposición no levanta cabeza figura alguna, dicen, en espera, por si fuera poco, de que el PRI de Alito, el PAN de Marko y el PRD de no sabemos quién se decanten por algún personaje con los tamaños suficientes para hacerle sombra al que será el Primer Elegido de la Nación.
Pues sí, el pistoletazo de salida lo escucharon a su gusto y conveniencia los participantes de Morena en la carrera hacia la silla suprema y los otros no se han siquiera puesto de acuerdo en la designación de algún posible corredor, por no hablar de que los mentados Marko y Alito no son precisamente líderes aclamados por sus huestes partidistas y que la celebración de un pacto cupular para nombrar al aspirante no parece tan evidente: al tal Alito —Alejandro Moreno, según figura en su acta de nacimiento— se le adivinan devoradoras ambiciones personales y al antedicho Marko lo cuestionan sus propios correligionarios hasta el punto de que no sabemos cómo podrá sacarse de la chistera a un competidor.
El partido de Dante, por su parte, pretende conquistar por su cuenta el alma de todos los votantes de este país. Se creen, con las dos gubernaturas que tienen y los cinco puntitos porcentuales que han obtenido en las elecciones, que llegarán a ser un auténtico movimiento nacional y, a partir de ese apresurado diagnóstico, se resisten a celebrar un gran acuerdo para sumarse a las otras fuerzas de oposición y conformar un gran frente común.
Así están las cosas y el derrotismo de… ¡los propios opositores! parece tener sustento. Pero, señoras y señores, la realidad es siempre cambiante y los números dicen que las cartas todavía no están echadas. En este país hay oposición. Ya lo habremos de ver.
Román Revueltas Retes
[email protected]