Política

Rifas simbólicas y puentes

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En la agenda pública sigue figurando la rifa del avión. El presidente de la República ha propuesto además que se acaben los fines de semana extendidos para volver a las prácticas de antaño y que las celebraciones cívicas obliguen a un día oficial de descanso, aunque acontezcan en plena mitad del periodo hebdomadario. Argumenta, López Obrador, que los niños y los jóvenes de la nación no saben ya de efemérides y acontecimientos históricos precisamente porque no se conmemoran en las fechas que les corresponden en el calendario de nuestras grandes solemnidades. En el caso del Boeing 787-8 que adquirió el Estado mexicano para uso de sus primeros mandatarios, tendrá lugar un sorteo en septiembre —o sea, que los posibles interesados tendrán que esperar más de seis meses para saber los resultados— y, encima, no se rifará el aparato propiamente dicho, sino que se repartirán 100 premios de 20 millones de pesos cada uno.

Este país se está sumergiendo cada vez más en el universo de lo simbólico, señoras y señores: se anuncia que se celebrará la rifa de un avión pero, al mismo tiempo, se avisa que ese mismísimo avión no será rifado. ¿Por qué? Muy sencillo y explicable: el Gobierno sigue esperando que se aparezca un comprador y si se pusiera el aparato ya desde ahora a disposición de los futuros ganadores del sorteo entonces no estaría en venta, sino que sería un bien reservado, bajo custodia, por así decirlo. Una cosa o la otra, evidentemente: se rifa o se vende, pero nada más.

Hemos llegado hasta aquí por varias razones: podríamos suponer, de entrada, que el premio en sí mismo, un gigantesco jet, no es algo demasiado codiciable para un ganador, en términos meramente prácticos. No lo posee todavía ni el mismo Gobierno, vamos, porque no lo ha terminado de pagar y, por si fuera poco, está sujeto a las condiciones y cláusulas estipuladas en un contrato de arrendamiento. Sería, en su momento, propiedad de la Fuerza Aérea y yo en lo personal me pregunto, desde el punto de vista jurídico, cómo pudiere transferirse algo que es patrimonio de las Fuerzas Armadas a un simple particular. Ya está a la venta, sin embargo, así que esta cuestión la deben de tener resuelta los abogados que se ocupan de los embrollos legales de nuestra Administración. Pero, caramba, no creo que nadie haya rifado jamás todo un Dreamliner, sea como sea y más allá de que, como podríamos aventurar, la persona que obtuviese parecido premio no tendría que resolver cuestiones como estacionar el avión en algún lado o contratar a una tripulación.

El asunto es que el Gobierno de la 4T nos comunicó, a todos los mexicanos, que el avión se iba a rifar. Y, a partir de ahí, se volvió necesario y perentorio arreglar el tema. La solución que encontraron, como hemos visto, fue seguir en lo mismo —es decir, el Boeing está a la venta todavía— pero, paralelamente, celebrar un magno sorteo para confirmarnos, pues sí, que se rifa. Problema resuelto.

Hablando justamente de simbolismos, el actual presidente de México no va a hacer uso, nunca, de un aparato que es la representación misma de los usos imperiales del régimen anterior, de los derroches y gastos suntuarios. Dejaría AMLO de ser él mismo si pusiera un pie en el avión. Como tal, el Boeing necesita ser desechado, eliminado, borrado de la lista de los bienes de la 4T. Lo mandarían al desguace, pura y simplemente, de no ser porque esperan venderlo y recuperar algo del dinero gastado. En este sentido, lo han transformado en una suerte de gran remedio a la epidemia de la corrupción. Es un contrapeso y alguna gente cree, esperanzada, que cuando lo vendan “se construirán hospitales” o que la “ayuda” prometida llegará a sus comunidades. No saben, estos presuntos beneficiarios, de arrendamientos financieros o de plazos forzosos e ignoran igualmente el dato de que la flota, digamos, de American Airlines es de… mil 800 aparatos (no todos ellos son Dreamliners, es cierto, pero de todas maneras) lo cual nos da una idea del raquítico impacto que la venta de un solo jet pudiere tener en una economía como la de México. Eso sí, el sorteo viene, muy oportunamente, a apuntalar una promesa de campaña: aunque el Boeing no se venda y que tampoco se rife, el dinero estará ahí y servirá para comprar equipamiento médico. El avión presidencial sigue volando… a su manera.

En lo que toca a la conmemoración de las efemérides nacionales, se privilegia, nuevamente, la formalidad ritualista por encima de los provechos inmediatos de mover los días feriados para que sean parte de un fin de semana extendido. La gran mayoría de los países modernos ya no suspenden sus labores en la fecha en que se recuerdan los grandes acontecimientos, sino que la jornada de descanso se anexa al domingo anterior. Así, la gente aprovecha para viajar, para estar con los suyos o para disponer meramente de más tiempo libre. Está el tema de que los estudiantes se enteren de lo que se celebra, desde luego. La ignorancia no resulta del calendario, sin embargo, sino de la mala enseñanza en las escuelas. ¿O no? 


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Román Revueltas Retes
  • Román Revueltas Retes
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  • Violinista, director de orquesta y escribidor a sueldo. Liberal militante y fanático defensor de la soberanía del individuo. / Escribe martes, jueves y sábado su columna "Política irremediable" y los domingos su columna "Deporte al portador"
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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