Los países más organizados son los más exitosos. Alcanzan grandes logros porque trabajan de manera sincronizada y optimizan los recursos que tienen en vez de dilapidar su escaso patrimonio como hacemos aquí, en una nación caracterizada por la ineficiencia gubernamental, el poco espíritu cívico de los ciudadanos y la plaga de la corrupción.
Este escribidor –cuyas líneas descifran ustedes con singular paciencia, amables lectores— pareciera un pesimista irredento aquejado, encima, de ese ánimo auto denigratorio que exhibimos tantos mexicanos, abrumados por los infortunios que, desde siempre, ha fabricado artificialmente nuestra clase gobernante. Y, sí, algo hay de eso. Pero la crítica brota igualmente de un deseo de decir las cosas como son y, a partir de ahí, crear la conciencia necesaria para cambiar la realidad de siempre, dentro de nuestras muy reducidas y acotadas posibilidades.
En fin, les suelto esta parrafada luego de enterarme, justamente, de una noticia deportiva que refleja directamente el buen proceder de unas autoridades que, desde el principio de la pandemia que azota al mundo, respondieron con sensatez, profesionalismo y entera dedicación. Hablo de Alemania, una nación gobernada por una mujer admirable en todos los sentidos. Los ciudadanos teutones, un tanto echados a perder en su condición de beneficiarios permanentes de toda suerte de bondades públicas, la tildan de “canciller perpetua” porque la señora lleva ya no sé cuantos años en el poder. No es una dictadura, ni mucho menos: es un sistema parlamentario en el cual los diferentes partidos forman coaliciones para gobernar según los votos que hayan obtenido y eligen, de común acuerdo, a quienes vayan a ocupar los diferentes cargos, en los ministerios y los organismos de la Administración. Y así, a doña Angela Merkel le ha tocado ser canciller federal durante varios períodos en su condición de miembro prominente de la Unión Demócrata Cristiana.
El tema es que, este fin de semana, se reanuda… la Bundesliga. Ni más ni menos, señoras y señores. Pregúntenle los detalles a Pavel Pardo, antiguo jugador del Stuttgart: pruebas exhaustivas a todos los jugadores, estrictas medidas sanitarias, protocolos seguidos a la letra…
Y, pues sí, hay futbol… en Alemania.