Deportes

¿El Super Bowl ya es una tradición mexicana?

Ya he hablado de esto: de joven –o sea, en mis tiempos de comunista radical– el futbol “americano” me sacaba urticaria. Me parecía un deporte totalmente ajeno a nuestras costumbres y a sus seguidores les atribuía yo la infamante condición de sujetos colonizados por la avasalladora potencia imperial que se extiende al norte de las fronteras de este país. Hoy, reconvertido en un neoliberal de convicciones no demasiado fervientes, el tema me da lo mismo. Las cosas han cambiado mucho en el mundo de todas maneras, y al hecho de que los estadounimexicanos degustemos sushi –ingurgitando una comida tan desaforadamente oriental con palillos, encima—le puedes oponer el razonamiento de que los japoneses se trincan caballitos de tequila o, por lo menos, que mezclan la bebida con el sake vernáculo que acostumbran los fines de semana. Globalización, le llamamos los promotores del libre mercado a este fenómeno, y justamente por eso, porque los consumidores del planeta no sólo intercambiamos productos sino también gustos, hábitos y preferencias, es que el consumo del aguacate mexicano –cultivado en las hermosas tierras michoacanas– se dispara en un día como hoy, cuando tiene lugar el famoso Super Bowl y que nuestros vecinos engullen toneladas de guacamole delante del televisor.

Nunca hemos vivido en total autarquía, aparte, y el mismísimo nombre que nuestros padres fundadores le endosaron a esta suave patria es una ridícula copia del apelativo que lleva el país más poderoso del mundo –digo, hasta ahora, porque China se apunta ya de manera muy decisiva en el podio de los retadores– y eso de que la nación que habitamos se llame “Estados Unidos Mexicanos” es un asunto de vergüenza ajena, si lo piensas, cuando podría ser simplemente México a secas, o República Mexicana (como la République Française) o, ya en plan más enredoso, República Federal Mexicana (como la Bundesrepublik Deutschland, es decir, Alemania).

En fin, la cuestión es que nuestra relación amor-odio con el vecino país del norte se ha trasmutado, muchas veces, en una oscura admiración. De tal manera, el entusiasmo por el futbol que juegan allá pudiere ser parte de este inconfesado encantamiento. No es cosa segura, sin embargo, porque sus seguidores afirman que se trata simplemente de un deporte portentoso, mucho más sofisticado y complejo que el soccer que tanto disfrutamos en estos pagos, y su afición se sustentaría entonces en el mero disfrute de un gran espectáculo deportivo.

En todo caso, el Gran Tazón tiene ya millones de seguidores a lo largo y ancho del mundo. Ah, y la presentación artística al ocurrir el medio tiempo es también un show de calibre universal.

Pues sí, es la globalización. Con un sello que ostenta “made in USA”.

Román Revueltas Retes


Google news logo
Síguenos en
Román Revueltas Retes
  • Román Revueltas Retes
  • [email protected]
  • Violinista, director de orquesta y escribidor a sueldo. Liberal militante y fanático defensor de la soberanía del individuo. / Escribe martes, jueves y sábado su columna "Política irremediable" y los domingos su columna "Deporte al portador"
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.