Guadalajara, de plácemes, cumple 475 años. De acuerdo con el fraile Antonio Tello, en su Crónica Miscelánea de la Sancta Provincia de Xalisco, el primer centro de educación musical fue el Convento de San Francisco, luego:
“La primitiva catedral, el templo de San Miguel Arcángel (en cuyo lugar se encuentra actualmente el templo de Santa María de Gracia) que contó con los mejores instrumentos, ejecutantes, y compositores del virreinato”. (PAREYÓN, 2000, p.121).
Para 1554, se forma el Coro de Infantes de Catedral, que tendrá un papel primordial en la formación de los músicos de la entidad. Sobresaliendo, entre ellos, la figura del pianista y pedagogo José de Jesús González Rubio (Guadalajara, 1805-1874).
Dice José María Muriá, en el libro Jalisco, una historia compartida: “González Rubio daba muchas clases gratuitamente, de modo que su casa parecía más un conservatorio donde pululaban aprendices de diversos instrumentos por más de cincuenta años”. (MURIÁ, 1987, p.250).
El Coro de Infantes de Catedral, orgullo de Jalisco, se encuentra hoy más vivo que nunca gracias a la intervención de un músico excepcional: El Maestro Aurelio Martínez Corona (Magdalena, Jalisco, 1962).
Investigador de sepa, Aurelio Martínez no sólo realiza una labor destacada en la dirección artística de la agrupación y la enseñanza de las nuevas generaciones de músicos en el coro, sino también como encargado del archivo musical de la Catedral Metropolitana.
Tuve la fortuna de conocerlo y compartir experiencias sonoras en las charlas que ofrecimos en el Diplomado en Cultura Jalisciense, en El Colegio de Jalisco. Él, como especialista en la música mexicana de los siglos XVI-XIX, su servidor, en la música del siglo XX.
Hago una declaración pública. Salir avante con mi conferencia, luego de la de Aurelio Martínez, era una verdadera proeza. La gente reía, hacía preguntas, se interesaba profundamente en las anécdotas de este gran conocedor de la música. Era como si –parafraseando a mi amigo y columnista de Notivox Jalisco, Ramón Macías Mora-, me tocara lidiar después de una faena (de orejas y rabo).
Y qué decir de las grabaciones del Coro de Infantes de Catedral, recomendables no sólo por la interpretación, sino por el rescate de los compositores que forman parte de nuestro archivo sonoro.
Tristemente, la difusión de estas obras maestras y las voces del coro, se encuentran en el limbo institucional: “Más de alguna vez he tenido que rescatar mi material de las bodegas a donde ha sido confinado”. Aurelio Martínez dixit.
¡Hagamos valer la historia de Jalisco!, ¡A nuestros artistas! ¡Y que la celebración continúe!
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