Esto es automático. Entre más autoritario es un régimen, menos prensa libre existe. Así de fácil. No hay que darle vuelta, ni empezar con acusaciones. Simple y sencillamente hay que referirnos a los resultados. ¿Cuáles son los países con los peores indicadores en la materia? Según la organización “Reporteros sin fronteras”, que ha hecho un extraordinario trabajo en la materia recopilando información y opiniones de los propios medios, los países con menos prensa libre son: Corea del Norte, Turkmenistán, Eritrea, China y Yibuti.
Le siguen Vietnam, Siria, Irán, Laos y Cuba. Desafortunadamente, México no está lejos de los peores lugares. Se encuentra en el siguiente grupo, junto con países como Rusia, Bielorrusia, Camboya, Venezuela, Suazilandia y la República Democrática del Congo. Nada de qué enorgullecernos. No es una cuestión regional, porque al mismo tiempo aparecen países como Costa Rica o Jamaica en los mejores lugares del mundo (5º y 6º) de respeto a dicha libertad.
México, sin embargo, se muestra en el mapa mundial elaborado por tan respetada organización como un país donde la libertad de prensa está en peligro y con una “situación difícil”. Esta realidad no es nueva, aunque ha venido empeorando desde hace por lo menos 15 años. La violencia ha golpeado particularmente al gremio de periodistas.
La extensión del crimen organizado a las esferas de la política, en todos los niveles, y la confabulación de intereses entre grupos políticos y delincuenciales ha conducido a muchas muertes en el gremio y a que el llamado “cuarto poder” esté más bien a la defensiva, en lugar de cumplir con su papel de contrapeso político, contra los abusos de otros poderes, sean estos formales o de facto.
Si la prensa no es libre para criticar y denunciar los excesos o errores de quien detenta el poder político, económico, o social, deja de cumplir una de sus funciones primordiales. Por esa misma razón, es preocupante observar cómo en México se han normalizado los ataques de políticos a la prensa, comenzando por los que hace ¡en conferencia de prensa! el propio Presidente de la República.
A nadie le gusta que lo critiquen. No creo que haya habido algún presidente que recibiera las críticas con los brazos abiertos. Vicente Fox llegó a decir que él ya mejor no leía los periódicos. Pero de ahí a atacar a un medio directamente o, peor todavía, a un periodista en particular, hay una distancia, que desafortunadamente, se ha recorrido.
Ahora tenemos a un presidente de la República que contribuye a debilitar la libertad de prensa de manera directa o permitiendo que sus esbirros (léase funcionarios públicos) lo hagan, usando incluso artificios legales, como es el caso de Nexos o de Loret de Mola y Brozo.
Y así, nos deslizamos sin darnos cuenta, en esa materia, hacia realidades que pensábamos inimaginables para México, como la de Venezuela o Cuba. Y nos olvidamos de que la prensa libre es esencial para mantener un régimen democrático. Que los gobiernos autoritarios o totalitarios, lo primero que suprimen, son las voces disidentes. Ahogan, o de plano aplastan, a los medios independientes. Y en su lugar, entra la propaganda.