Política

La política del rencor

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En la tercera guerra púnicalos romanos sitiaron Cartago, doblegando al final a una ciudad que tenía décadas de joderlos quedito mandándoles constantes y efectivas excursiones de pillaje y saqueo, además de hacerse pato con los impuestos. Dice la leyenda que, para mostrarle al mundo la ira de Roma, se saló entera la tierra de los vencidos.

No sé si arruinar para siempre la capacidad productiva de un territorio que se acaba de conquistar sea la más sensata de las ideas, pero los romanos, teniendo bajo su puño al primer gran imperio de Occidente, además de convertir a los rebeldes en un cuento precautorio, podían permitirse ese y otros caprichos.

El México donde hoy vivimos, por otro lado, no es precisamente Jauja, y el rencor convertido en política pública que parece ser el sello de la T4 nos está llevando al hoyo: como botones de muestra están la cancelación del nuevo aeropuerto; la destrucción de la red de suministro de medicinas; la clausura de la planta casi terminada de ConstellationBrands y, próximamente, la reversión de 50 años y muchos millones de dólares que nos puede causar la contrarreforma energética. Las anteriores decisiones no parecen obedecer a más intereses que los que mandan unos dídimos presidenciales perennemente victimizados, rencorosos y enmuinados; López Obrador las justificó en su caballito de batalla retórica, el combate a la corrupción, sin presentar ninguna prueba, arrancar ningún proceso o siquiera hacer el menor sentido: de haber corrupción basta con castigar a los culpables, reponer los concursos y procesos donde hayan estado involucrados y luego seguir la fiesta en paz.

La decisión de dinamitar todo lo que no le vayamos a deber a este señor Presidente, o que venga de sus muchos enemigos, reales o imaginarios, sin importar el daño al erario o el costo en bienestar y vidas humanas, poco tiene que ver con su cansada excusa —que los representantes de la T4 han demostrado en carne propia estar hecha de paja— y mucho con lo que parece ser impulsado por el rencor o el resquemor.

La siguiente iteración de esa gustada práctica parece ser la destrucción de la reforma energética de Peña Nieto; en vez de subsanar los huecos y deficiencias de la misma, el presidente López y su fiel escudero Bartlett buscan hoy borrarla enterita, en particular sus partes buenas, como hacer posible cierta generación privada y el énfasis en energías limpias y renovables, para volver al control estatal caro, sucio y malo de la dictadura que por décadas favoreció a empresas anquilosadas, quebradas y sin futuro a costa de nuestros bolsillos.

Olvídense de la posibilidad de regresar a esos años de apagones constantes, recibos inflados y mantenimiento inexistente, o de la cascada de litigios que vendrían por violar los términos del nuevo tratado de libre comercio: de aprobarse, más de 5 mil millones de dólares en fondos de pensiones, invertidos en proyectos nuevos y alternos permitidos por la anterior reforma, estarían en jaque.

¿Y los jubilados? ¿Y los niños enfermos? ¿Y el PIB en picada? Daños colaterales de esta República rencorosa, y háganle como quieran.

Roberta Garza

@robertayque


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Roberta Garza
  • Roberta Garza
  • Es psicóloga, fue maestra de Literatura en el Instituto Tecnológico de Monterrey y editora en jefe del grupo Notivox (Notivox Monterrey y Notivox Semanal). Fundó la revista Replicante y ha colaborado con diversos artículos periodísticos en la revista Nexos y Notivox Diario con su columna Artículo mortis
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