
“Yo no soy un mirrey, soy un virrey”, declaró Roberto Palazuelos diez años antes de que una vidente predijera que iba a ser gobernador de Quintana Roo por el partido naranja.
Este polémico actor y empresario va camino a cumplir con su destino y también con su ambición. Movimiento Ciudadano lo postulará en esa entidad como candidato para las elecciones de este año y, a partir de ese momento, todo puede pasar.
“Si andan tras de mí es por la personalidad y porque uno es lo que proyecta”, precisó en una entrevista publicada en el periódico Excélsior en octubre de 2012; ahí también dijo que se consideraba a sí mismo como una persona “con gusto distinguido para vestir, cuidadoso con su físico y su peinado, con su color de piel y su alimentación, su manicura, con su corbata y (que pertenecía) a la alta alcurnia [sic].”
Roberto Palazuelos se volvió personaje público hace más de treinta años porque era parte de la corte de amigos que acompañaban en todo momento al cantante Luis Miguel.
Luisa María Serna, fundadora de la revista Quién, se refiere al hoy aspirante a gobernador como el primer Mirrey de México: “Se me hace el primero porque a diferencia de Luis Miguel, que sí es un cuero, Palazuelos trata todo el tiempo de parecer, vive dentro de la cama de bronceado y en el dentista, blanqueándose los dientes”.
Quizá la fotografía que mejor lo caracteriza es aquella donde se ostenta cargando una botella de un galón de champagne, con los ojos inyectados, la camisa abierta hasta la boca del estómago y, en efecto, con la piel de color naranja, igual a la del partido que ahora quiere postularlo.
Se trata del retrato de una vida ejemplar que muchas veces ha sido imitada.
Suele también presumir Palazuelos su éxito con las mujeres. Lo persiguen “las lobukis … que no son las novias de los mirreyes, sino solamente sus amantes”.
Además de inflar su figura pública con el aliento de sus relaciones, Palazuelos se ha hecho notar por un discurso clasista y misógino. Subraya, en efecto, su pertenencia a la “alta alcurnia”, y desposee con displicencia de dignidad a alguna parte del sexo femenino.
A partir de esta candidatura, Movimiento Ciudadano se perfila por segunda ocasión (la primera fue con Samuel García, actual gobernador de Nuevo León) como una alternativa que gusta de competir con las armas de la frivolidad más impune.
Si Andrés Manuel López Obrador peca de exceso de austeridad, Palazuelos rebosa ostentación y la banalidad. El precandidato a gobernador de Quintana Roo encabeza la revancha del Mirreynato contra la casta plebeya.
Su iconografía reúne al champagne con la duckface, a la camisa desfajada con la cámara de bronceado y a los fuegos artificiales con el Moët & Chandon: significados, todos, del México corrupto, desigual y discriminador.
Esta es la oferta política de la oposición naranja que, lamentablemente, cuenta con votantes y sirve –probado está– para ganar elecciones.
La política como pista para satisfacer el narcisismo, para nutrir fortunas, para estigmatizar y menospreciar al semejante.
“El más mamón con mucho orgullo”, ese es el sujeto para postular. Fascina su talante, su altanería y el culto exacerbado que profesa hacia sí mismo.
La candidatura de Palazuelos exhibe el grado de polarización que vive el país y también lo fácil que es, en ese contexto, que el gobierno bascule entre extremos.
Para cumplir la profecía de la vidente Mohni quien, en un programa televisivo emitido en abril del año pasado aseguró que el antiguo amigo de Luis Miguel sería mandatario en Quintana Roo, Palazuelos debe vencer antes a Mara Lezama, la abanderada de Morena en esa entidad.
Cabe suponer que su inteligencia alcanza para saber que ni su polémica personalidad, ni el bronceado, ni su gusto por los relojes caros serán suficiente artillería para volverse virrey.
Acaso por ello está dispuesto a pactar con quien sea necesario.
El viernes 14 de enero, una semana antes de inscribirse como precandidato a gobernador, Palazuelos publicó en sus redes sociales una fotografía donde aparece con Mario Villanueva Madrid, según sus propias palabras, un amigo desde hace treinta años.
Villanueva fue titular del Ejecutivo quintanarroense durante la última década del siglo pasado. Al dejar el puesto fue denunciado por narcotráfico y lavado de dinero. Él se defendió argumentando que era víctima de una persecución política, pero los tribunales del país vecino lo sentenciaron ya que no pudo explicar una fortuna de 19 millones de dólares acumulada en sus cuentas bancarias.
En México también recibió condena por haber facilitado, cuando era gobernador, el tráfico de estupefacientes ilegales desde Colombia hacia Estados Unidos, a través de Quintana Roo.
Desde hace algún tiempo, por razones de edad, Villanueva purga condena en prisión domiciliaria y por eso fue que Palazuelos pudo visitarlo en la comodidad del hogar. El aspirante dijo que lo buscó porque necesitaba su consejo.
El coqueteo con el crimen organizado no es ajeno al futuro abanderado de Movimiento Ciudadano. Hace unos años, en una conversación pública que sostuvo con la periodista Adela Micha, reconoció que tenía admiración por Joaquín Guzmán Loera, alias el Chapo Guzmán:
“… mis respetos, yo (lo) admiro … porque ¡qué mente tan brillante! Haber llegado dónde llegó y haber salido de ahí (Badiraguato, Sinaloa), no cualquiera. Será un delincuente. ¡pero qué delincuente!”
A Palazuelos le es indiferente la condena de muerte que el Cártel de Sinaloa ha impuesto en tantas regiones del país durante tanto tiempo. En la misma hebra, tampoco pareciera preocuparle el que Quintana Roo se encuentre entre las diez entidades más violentas del país.
Él pide consejos a un hombre confeso y convicto por lavado de dinero y admira a otro narcotraficante, también sentenciado en Estados Unidos, por su supuesta brillantez.
En México la distancia entre mirreyes y narcos es hoy prácticamente inexistente: mismos vehículos y marcas de ropa, mismos desplantes y arrogancia, misma impudicia.
Lo que está cambiando es que toda esa parafernalia ha encontrado residencia en la boleta electoral.
Afirma Palazuelos que después de gobernador, si el destino lo permite, le gustaría ser presidente. El primer mirrey pronarco, mandatario de la República mexicana
Ricardo Raphael
@ricardomraphael