En casi todos los estudios de prospectiva de México, publicados hace 30 y 40 años, 2020 era aquel en que el país se estaría convirtiendo en una potencia media o en la gran potencia latinoamericana.
Ninguno de ellos vislumbró lo que viviríamos desde 1994: asesinatos políticos, el levantamiento armado del EZLN, la alternancia presidencial, las privatizaciones, las megadevaluaciones, el crack fiscal del Estado de bienestar social, la migración masiva a Estados Unidos, la desigualdad social y regional crecientes, el ciclo de violencia e inseguridad civil más largo y profundo desde la Revolución de 1910 y la cleptocracia o la corrupción como forma dominante de gobierno.
Desde entonces, me resisto a predecir el futuro más allá de seis años o de una década, porque la terca realidad termina imponiéndose y dejando mal parado cualquier pronóstico.
Quiero obsequiar en esta ocasión, a mis lectoras y lectores, una tarjeta de año nuevo con una reflexión de lo que queremos, podemos y debemos esperar del 20-20, lo más objetiva y equilibrada posible, con una buena dosis del optimismo y la esperanza que la época navideña imponen. Un FODA de cambio de año:
Fortalezas: la macroeconomía no se desajustó en el primer año del primer gobierno de izquierda en el país. Los pronósticos y temores catastrofistas no se cumplieron y se disipan cada día más. Tasas de interés a la baja, tipo de cambio revaluado, inflación controlada, déficit público contenido, endeudamiento en cintura, disciplina en el gasto público y el ICA (impuesto a la corrupción asociada) en ruta de extinción. La 4T está lista para generar crecimiento y empleo para México en 20-20. En lo político, la alta aprobación presidencial y la confianza en el gobierno dan una base amplia de legitimidad a la actual administración.
Oportunidades: la microeconomía pasa también por un buen momento. El mayor aumento del salario mínimo en 40 años, las remesas más altas en la historia del país, los programas sociales masivamente aplicados a lo largo y ancho de México, así como la contención en los precios de los energéticos y la luz, dan a la economía popular, familiar y personal un apuntalamiento no visto en 35 años. El T-MEC fortalecerá el arribo de la inversión extranjera directa y la reactivación de los motores económicos de la exportación (automotriz, aeroespacial, comercio electrónico, energía renovable, agroindustria).
Debilidades: inseguridad y desempleo son desafíos centrales del proyecto alternativo de nación. Impactan a la población en general, pero de manera especial a los sectores sociales medios y a los jóvenes, que fueron determinantes en el triunfo de Morena. La oposición está a la caza de estas debilidades (es su papel), y aunque no ha avanzado en la preferencia ciudadana, un mayor desgaste de la 4T será capitalizado por estas opciones.
Amenazas: la presión del gobierno estadunidense, el desempeño desigual al interior del gabinete y la baja organicidad en la coalición de partidos que apoyaron al obradorismo en 2018 son factores que podrían impactar negativamente el desempeño gubernamental de la 4T y, en el largo plazo, repercutir en su continuidad. Son amenazas manejables hasta el momento, pero no se podrían prolongar indefinidamente.
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@RicardoMonrealA