El neoliberalismo a ultranza aumentó el hambre y la pobreza, el desempleo y la precarización del trabajo; la desilusión de la democracia y el surgimiento de populismos autoritarios.
Ante eso, la pregunta para quienes queremos una vida equitativa, justa y respetuosa de las libertades civiles, es ¿cómo remediar los perjuicios del neoliberalismo?
Tres repuestas coinciden en que la solución está en la empatía y la solidaridad.
I. Vargas Llosa en la Llamada de la tribu, escribe: “Circula la idea errónea de que Adam Smith, padre de la economía, fue sobre todo economista, pero él siempre se consideró un moralista y un filósofo”.
“En su primer libro: La teoría de los sentimientos morales; una palabra clave es: propiedad: que Adam Smith usa no en el sentido de pertenencia, sino de la actitud adecuada, justa y cuidadosa -apropiada- en las relaciones humanas”.
II. El papa Francisco en la Carta Encíclica Laudato Sí, expone que es falso que el mercado resolverá el hambre y la miseria; que la solución está en el trabajo.
Que ayudar a los pobres con dinero debería ser siempre provisional; que el objetivo debería ser una vida digna a través del trabajo.
III. El Foro Davos 2020 reconoció que el capitalismo actual no es sostenible.
Que las personas deben ser el centro de los planes gubernamentales y la empresa debe asumir sus responsabilidades sociales ante sus trabajadores y la comunidad; y reforzó el compromiso de empujar hacia un nuevo capitalismo sostenible, equitativo y justo.
En síntesis, se necesita un humanismo revitalizado que inspire al Estado, a la empresa y a la sociedad a construir el bienestar general a partir de la solución del hambre y la miseria.
Sin un capitalismo humanizado, se multiplicarán los sistemas totalitarios y se agudizarán las revueltas civiles.