Política

Los Buenistas

  • Columna de Raúl Vargas López
  • Los Buenistas
  • Raúl Vargas López

Los Buenistas han promovido su ascenso sobre la base de autoproclamarse como los impolutos de la política. Repitieron hasta la saciedad que serían prístinos en el uso de los recursos públicos, democráticos en el uso del poder y eficientes en el ejercicio de gobierno. Se autodenominaron de forma reiterada como quienes resolverían todos los problemas de la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG).

Lo cierto es que tras casi un año de gobierno, aquellas cosas que importan y que impactan en la calidad de vida de las personas, y que están bajo responsabilidad de los gobiernos municipales, no han cambiado en absoluto en Guadalajara, Zapopan, Tlaquepaque o Tlajomulco.

Los servicios urbanos son igual de ineficientes que siempre. En esta época de lluvias las inundaciones continúan debido a la falta de previsión y las pésimas condiciones del sistema de alcantarillado. La pavimentación y bacheo es igual de irregular, ineficiente e inoportuno que siempre. Las luminarias siguen brillando por su ausencia en barrios y colonias. Los parques continúan en el abandono o con un mantenimiento insuficiente y retardado. La atención en las unidades médicas bajo responsabilidad municipal es igual de precaria que siempre. Contra toda lógica de planificación urbana, continúan expidiéndose permisos para la construcción de grandes edificios en zonas que ya presentan saturación en vialidades e insuficiencias en la atención de servicios. En materia de orden urbano, el mensaje del presidente municipal de Guadalajara a los constructores es claro: resulta más rentable construir más de lo permitido y pagar una multa ridícula y sembrar unos cuántos árboles que respetar la normatividad y sujetarse a lo ahí señalado. Y en cuanto a la coordinación metropolitana, ésta reventó apenas asumieron sus cargos los actuales presidentes municipales de la ZMG. Y ni qué decir del Plan de Ordenamiento Territorial Metropolitano a partir del cual, como señala Augusto Chacón, Los Buenistas se sienten demiurgos de la Ciudad cuando en realidad son mercaderes del suelo que casan sus intereses con los del mejor postor.

Peor aún. Los Buenistas han importado desde Tlajomulco su modelo patentado de favorecer a los cuates con jugosos contratos y hacerse como que la virgen les habla y encabritarse cuando los periodistas los cuestiona acerca de ello. El más reciente escándalo han sido las adjudicaciones directas de contratos en materia de comunicación social que no sólo violentan de forma clara lo señalado por el Reglamento de Adquisiciones de Guadalajara sino que muestra el modus operandi de la casa donde nada importa el evidente conflicto de intereses por parte del responsable del área de comunicación social municipal, quien hasta un día antes de ingresar a la nómina del ayuntamiento era empleado de las empresas beneficiarias de dichos contratos irregulares.

Resultado de estos contratos irregulares es la campaña de alimentación al ego del alcalde tapatío con videos autopromocionales (de pésimo gusto) que mezclan elementos de chantaje sentimental telenovelero con maniqueísmo barato al más puro estilo de serie policial chafa en la que el héroe vence a todos los ultramalos gracias a su cándido corazón y a sus vastas buenas intenciones.

Reza el viejo adagio que para muestra basta un botón. Y aunque como se ha mencionado, abundan los botones de muestra que dan cuenta de los nulos resultados obtenidos por Los Buenistas a casi un año de haber asumido su papel protagónico de héroes. Me remitiré a uno que retrata de cuerpo entero su ignorancia, indolencia e incapacidad.

Inicio por señalar que parte importante de la transformación de la vida pública, que es urgente en todos los niveles, pasa por democratizar el acceso a la cultura y hacer de ella un elemento mínimo de ciudadanía, interacción social y pertenencia. Promover las manifestaciones culturales populares, multiplicar las opciones de contacto con expresiones de otros lugares y de otras épocas y preservar el cúmulo de contribuciones realizadas por mujeres y hombres oriundos de Jalisco debieran ser parte de la agenda cultural pública bajo responsabilidad de las autoridades municipales (y por supuesto estatales).

¿Qué tendrá Jalisco, que Alfredo Carrasco, compositor del Adiós y Vicente Garrido iniciador del bolero intimista, uno y otro en diferentes épocas del siglo XX, escogieron a Guadalajara como su casa, el lugar dónde habrían de vivir y, lamentablemente, morir? Sin duda fue el ambiente musical, que siempre ha tenido nuestro estado y en particular nuestra ciudad, lo que arraigo a estos extraordinarios músicos. Un ambiente que lo acredita una pléyade de compositores e intérpretes de todas las épocas: Gonzalo Curiel, Francisco Cárdenas, Jorge Negrete, Lucha Reyes, José Rolón, Clemente Aguirre, Manuel Esperón, Otilia Figueroa, Consuelo Velázquez, Tito Guizar, Lupita Palomera, Carlos Vázquez y María Victoria entre muchos otros.

Compositores que fueron homenajeados mediante la colocación de su efigie o la inclusión de su nombre en una estela en el monumento creado en el año 1963 (decretado “Año de la música Jalisciense” por el gobernador Juan Gil Preciado) conocido como “Calzada de los músicos” y ubicado en el interior del parque Agua Azul. El decreto ordena que dichas construcciones sean permanentes con la intención de preservar y difundir los nombres de los insignes artistas jaliscienses que con su trabajo han enriquecido la cultura musical popular.

Recorrer la calzada era transportarse a diferentes espacios, revivir distintos sentimientos y sentirse gratamente acompañado al irse encontrando con los músicos, compositores e intérpretes que en muchos sentidos definieron y proyectaron la identidad musical popular mexicana.

Ese era el sentimiento al andar por la “Calzada de los Músicos” hace algunos años. Hoy resulta un golpe terrible encontrar que aquellos monumentos simplemente ya no existan. La orden de permanencia del gobernador ha sido revocada y la Estela (llamada oficialmente “Monumento a los músicos distinguidos”) ha sido prácticamente borrada; le han sido arrancadas las letras… los nombres y el resto de los monumentos han sido maltratados, saqueados y mutilados.

Se ha perdido un referente importante para la cultura popular y parece que a nadie le importa. Y Los Buenistas ni por enterados ¿Dónde están Los Buenistas que son responsables formales de cuidar y difundir el patrimonio cultural? ¿Qué hacen Los Buenistas en materia de cultura frente a estos actos vandálicos? ¿Entenderán Los Buenistas que el primer requisito para garantizar el acceso a la cultura es que se preserven los espacios patrimoniales? ¿Sabrán siquiera cuál es el estado que guardan en toda la ciudad los espacios públicos destinados a la cultura? No lo creo, nada de esto lo saben o les importa, están más interesados y ocupados en crear su nueva producción videográfica: Los Buenistas Reloaded en dónde con esa sensiblería de pacotilla que los caracteriza nos volverán a decir cómo es que ellos salvarán a Guadalajara y Jalisco de los ultramalos de siempre, simplemente con su buen corazón y sus mejores intenciones.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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