A Juan López Jiménez
Hace poco llegó a mis manos un libro de Carlos Pellicer, poeta tabasqueño y universal que vuelve la poesía una experiencia sensitiva única; en cada uno de sus versos puede saborearse, olerse, verse y sentirse aquello que le sorprende, le atrae o le maravilla y que inevitablemente hace suyo de una forma tan íntima, y al mismo tiempo compartida, como sólo un poeta de su talla puede hacerlo.
Las escenas, las artes, las vidas y caras, las ciudades y aún las suertes taurinas (todas ellas cambiantes o perennes) alcanzan la estatura de quienes se apropian de ellas y transforman su esencia en sensaciones. Sensaciones que luego se delinean con palabras que son del tamaño del asombro y deleite que provocan en sensibilidades peculiares como las del poeta, el cronista oel historiador.
En sus 475 años de historia, Guadalajara no ha sido la excepción entre las ciudades que han sido bien amadas; lo mismo por personajes célebres que por ciudadanos modestos que han encontrado en su cuidado, en la preservación de su memoria o en la difusión de su riqueza, las mejores formas de expresar su cariño y apego a una urbe que en sus momentos de donosura y esplendor ha sido llamada la Ciudad de las Rosas y la Perla de Occidente.
Sería largo nombrar a todos los que han querido y quieren bien a esta ciudad y han dejado testimonio vivo de ello. Pero en el aniversario de nuestra capital y como muestra de esa devoción que ella ha inspirado, traigo a esta página (como apuntes al vuelo y notas de memoria) la descripción de un lugar simbólico hecha por el historiador Joaquín Romo de Vivar y Torres en sus Apuntes biográficos, estadísticos y descriptivos de la capital del estado de Jalisco (que datan de 1888):
La hermosísima plaza de Armas, está limitada al N. por un costado del Sagrario, que ostenta su arquitectura dórica: al O. por el Palacio de Gobierno, de igual orden arquitectónico: al S. por el Portal Quemado ó de Quintanar, y al P. por el Portal de Bolívar. Todos esos costados que limitan á la Plaza, son de muy bella apariencia, principalmente el del Sagrario con su majestuoso pórtico, sus graciosos balaustrados, sus bien trabajados cornisamentos y la arrogante cúpula que corresponde a la dirección del pórtico, viéndose en segundo término, las elevadas y góticas torres de Catedral, y por fin, otra gallarda cúpula que corresponde al coro de la matriz.
Y lo dicho por Eduardo Gibbon, periodista y crítico de arte de origen inglés, en su obra Guadalajara (La Florencia mexicana) – Vagancias y Recuerdos:
Por doquier que se fija la mirada del observador y del amigo del arte, hay algo qué admirar. Las calles tiradas a cordel con altas casas de elegantes fachadas, frecuentemente pintadas al óleo, relumbrando en la diáfana luz como el casco de metal de un guerrero.
Y las evocativas frases de Agustín Yáñez, llenas de color, pobladas de anécdotas, asentadas en su Genio y figuras de Guadalajara como retrato móvil del talante de una ciudad poblada de alegrías, desventuras, contradicciones… y por ello más viva y humana, más disfrutable y querida:
Pregones de papeleros… nos vuelven del teatro celeste al bajo y vil sentido de la tierra: crímenes, catástrofes, conflictos, miserias de los hombres, turbación del mundo… Notas de reloj, sucesivos pregones van desgranándose sobre el rezago de la mañana: vienen los vendedores de camotes, de calabaza en tacha, de pan, de fruta… a lo largo de la mañana pasan el afilador, el abonero, el comprador de papel y botellas… Tan quieto y confiado es mi barrio, que los cuartos y las horas del reloj del Santuario llegan a las calles, a los patios, a las piezas recónditas, con frescura cristalina… Entre semana, por las calles, aquí una fontanería, luego una carpintería, más allá una herrería, una zapatería… En la esquina de Alcalde y San Diego, entablillan chocolate a golpes menuditos, olorosos. En la esquina de Liceo y Juan Manuel, tuestan café sobre un aparato giratorio monorrítmico… A la una pitan las fábricas. A la una y cuarto, a la una y media, pasan los empleados… Cuando acaba la resolana y las calles han sido regadas, las vecinas parlotean a la puerta de las casas. Va haciéndose de noche… Triste es el pregón del que va vendiendo birria y el que vende menudo, y tristes los chisporroteos de los aparatos de petróleo en las vendimias esquineras… Buenas noches. Hasta la hora en que los santos patronos de Guadalajara… hablen por lengua de campanas…
O las que hallaremos en la compilación de Magdalena González Casillas, denominada Guadalajara en la poesía 1810 – 1910 y que es una granada muestra del trabajo de Pablo Jesús Villaseñor, Aurelio Luis Gallardo, José López Portillo y Rojas, Jesús Acal Ilisaliturri, Ruperto J. Aldana, Antonio Becerra y Castro, Juan de Dios Peza y Fernando Celada.
O los cronistas e historiadores como Juan López Jiménez, José Luis Razo Zaragoza, José María Muriá, Eduardo López Moreno, Mónica del Arenal Pérez, Vicente García Remus, Jesús Gómez Fregoso o Guillermo García Oropeza recientemente galardonado con la medalla y reconocimiento “Ciudad de Guadalajara”.
Larga, compleja y riquísima es la constelación de los Guadalajarólogos que en casi cinco siglos de existencia de este macizo arquitectónico y humano han construido y recreado su trajín cotidiano, su vida y espacios culturales, su memoria colectiva y registro histórico, su militancia rebelde y alternativa y su vocación cosmopolita. Si a alguien omito es más por razón de espacio que por ingratitud o desmemoria.
Celebrar a la ciudad es quererla, conocerla, cuidarla, compartirla y mejorarla. Por ello, no pueden decir que la celebran o la quieren, quienes que son los responsables del deterioro de los monumentos y espacios que celebran sus personajes y sus arraigadas manifestaciones culturales como la Calzada de los Músicos; tampoco aquellos que han desaparecido calles como la de Pedro Ogazón y junto con ellas historias que le dan carácter y vida o esos otros que han dañado y derruido edificios que son parte de la vida y testimonio de la Guadalajara de ayer, hoy y siempre; o los peores, que envueltos en un falso discurso de recuperación del espacio público lanzan ocurrencias como peatonalizar Alcalde y enredar aún más el ya de por sí complicado tránsito en esa zona (ninguna calle aledaña puede desahogar eficientemente el flujo vehicular que actualmente conduce Alcalde).
A los Guadalajarólogos y a quienes junto con ellos queremos y disfrutamos de nuestra ciudad, y a nuestra Ciudad: ¡felicidades por estos primeros 475 años de vida!
@VargasLopezRaul