A cien años de la promulgación de nuestra Constitución, las condiciones sociales y económicas hacen necesario promover una reflexión amplia y profunda de aquello que aún guarda vigencia en ella y lo que debe ser modificado o incluso recuperado luego de las contrarreformas promovidas desde el gobierno de Miguel de la Madrid y que han continuado durante seis sexenios. En 36 años se registraron 490 cambios a la Carta Magna, 70% de las modificaciones hechas desde 1917 terminaron por arrebatar su carácter social, nacionalista y laico y que las instituciones y al Estado mexicano deben mantener.
Jalisco tiene una herencia histórica que lo obliga a promover un ejercicio cívico y político de recuperación y actualización del espíritu liberal, nacionalista, federalista, democrático, laico y social de nuestra Constitución Política. Lo constata así un dato que pocos saben y es que dos jaliscienses han sido presidentes de los respectivos Congresos Constituyentes en los momentos en que fueron promulgadas las Cartas Magnas liberal (1857) y social(1917) que definieron la vocación y el carácter del poder público y la naturaleza del Estado en nuestro país.
Emilio O. Rabasa, político, diplomático y académico, señala en su obra: Historia de las Constituciones Mexicanas, cómo Valentín Gómez Farías encabeza el Congreso Constituyente de 1856 – 1857, y define a la Constitución del 57, aprobada un 5 de febrero, como: “concisa y progresista, generadora de múltiples aportaciones… de las mejores entre las nuestras.”
Exactamente 60 años más tarde, otro jalisciense, Luis Manuel Rojas, preside el Constituyente de 1917 y asume la encomienda histórica de asentar en la Constitución “el respeto más amplio a la libertad humana y el derecho del pueblo a gobernarse por sí mismo, ya que el gobierno debería ser exclusivamente la obra de la voluntad de la nación”. Son reivindicados principios y derechos que hasta ese momento habían sido ignorados o conculcados, tales como: la división de poderes, el pacto federal, las garantías individuales y la soberanía nacional.
Venustiano Carranza señaló, al entregar el proyecto de Constitución (1ro. de diciembre de 1916), que: “nuestro código político tiene en general el aspecto de fórmulas abstractas cuyos principios, los derechos individuales, han sido conculcados casi permanentemente… (y) la soberanía nacional que reside en el pueblo, no expresa ni ha significado en México una realidad…, el poder público se ha ejercido no por el mandato libremente conferido por la voluntad de la nación, sino por imposiciones de los que han tenido en sus manos la fuerza pública.”
A poco más de cien años de pronunciadas estas palabras, como expresión del malestar nacional, hoy tienen más vigencia que nunca.
Qué tiempos aquellos en los que frente a las amenazas internas o externas al país había altura de miras y vocación por el servicio público para la construcción y consolidación de una república liberal, federal y democrática con un profundo sentido social y un carácter laico.
En cambio hoy, tenemos como responsables de la defensa de los intereses e instituciones nacionales a remedos de políticos que adolecen de todo: preparación, vocación, capacidad, valor y audacia. Frente a las amenazas exteriores se achican, titubean y se amedrentan, y frente a las amenazas internas simplemente se muestran incapaces de conjurarlas. En el colmo de los absurdos, tienen tan confundida la brújula que ven las amenazas provenir de la ciudadanía, que auténtica y legítimamente manifiesta su molestia ante tan insulso despliegue de incompetencia e ignorancia, y no en dónde realmente se encuentran las situaciones de riesgo que amenazan a las instituciones y a la viabilidad misma de la nación.
Hemos llegado al ridículo de tener un becario de lento aprendizaje (cómo lo define el Dr. Agustín Basave), que funge como titular en la Secretaría de Relaciones Exteriores, y que sirvió de patiño en la escenificación montada desde la Casa Blanca para maltratar y humillar a nuestra gente, nuestra cultura y nuestra soberanía.
En su cara, fue firmado el decreto que ordena la construcción de un nuevo muro fronterizo entre México y EU como adelanto del tono discriminatorio y hostil que el nuevo presidente norteamericano va a darle a la relación bilateral. Durante su estadía en Washington se suscitó el incidente diplomático más grave y severo en la historia reciente de la relación México–EU, cuando en un acto de soberbia y bravuconería se le exige al presidente mexicano que sea nuestro país quien pague la construcción del muro fronterizo o se abstenga de acudir a una cumbre pactada para realizarse algunos días más tarde. ¡Habrase visto semejante desplante de estulticia y majadería ante el representante de una nación!
¿Y el canciller? Cuya responsabilidad era en primer lugar evitar, por todos los medios posibles, que las cosas llegaran hasta este punto y, en caso de que ello fuera inevitable, contar con una estrategia de respuesta a la altura del problema. La simple y llana respuesta es que brilló por su ausencia.
¿Y el presidente? Cogido fuera de lugar y con una respuesta timorata, inmediatista y sin la claridad de qué es lo que está en juego y sin sentido de la oportunidad para poner un alto, en seco, a los atropellos.
Y el tiempo corre y los yerros se acumulan y el descontento crece y las oportunidades se pierden.
Sino, que le pregunten al titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, quien parece que tampoco entiende que nadie ha comprado o dado por buenas las explicaciones gubernamentales sobre el motivo u origen del gasolinazo, ya que, con todo y el incremento de los hidrocarburos en el mercado internacional, la gasolina en EU es más barata y Pemex continua reportando números rojos (dos cuestiones que con el incremento del precio del petróleo deberían comportarse al revés). Y como no se entera de la indignación y descontento generalizados, cree que con sólo posponer quince días la entrada en vigor de un nuevo aumento a los combustibles, va a evitar nuevas manifestaciones y acciones civiles que cada vez demandan con mayor vigor, la renuncia del ejecutivo y su cohorte de bufones.
En el aniversario de la Constitución: ¡Pobre México, tan cerca de Trump y en manos de unos imberbes!
@VargasLopezRaul