Falta un mes para que empiece el Mundial de Qatar. Velo las armas. Como pasa en la sala de espera, he recordado que el primer Mundial completo que seguí partido a partido fue la Copa del Mundo de Inglaterra, en 1966.
En la mesa del comedor de la casa de mi infancia se esparcía con exactitud cotidiana el papel de dos periódicos: Excélsior y El Heraldo. Me gustaba el segundo, la impresión a color era una novedad que iluminaba los ojos. He sacado de una vieja caja un ejemplar de El Heraldo de mediados del año 1966. Lo tengo frente a mí y casi se deshace entre los dedos en tiras amarillas. En la sección espectáculos escribía Raúl Velasco y en la de ciudad Salvador Novo. Me gustaba recorrer los estrenos del mes en la cartelera cinematográfica. Quizá fue la primera vez que tuve sueños imposibles: ver a Julissa y a Julián Pastor en una película sólo para adultos, Ensayo de una noche de bodas, dirigida por José María Fernández Unsaín.
En aquel año escuché que la transmisión en vivo se realizaría mediante un satélite llamado Pájaro Madrugador. La maestra Delfina negoció en la dirección de la escuela primaria que los alumnos saliéramos una hora antes. México jugaba contra Francia a la una de la tarde.
Nuestra televisión era un calvario. La antena de la azotea se movía con el viento y creaba los fantasmas que distorsionaban la imagen. Vi un juego de 44 jugadores y dos árbitros. En cambio, la voz de Fernando Marcos era una sola. He tenido que abrir la puerta de esa memoria absoluta llamada YouTube. Oigan esto: “Fragoso. Larga para Padilla. Aarón Padilla centra. ¡Borja, no falles! ¡Gol de México! ¡Qué júbilo! Ahora es cuando muchachos. Vamos adelante. Otro gol”. Me emocioné por primera vez con un partido de la selección mexicana y una punzada en el estómago me hizo saber que siempre vería futbol. Minutos después Francia empató el partido a uno. De nuevo la voz de Fernando Marcos: “Este maldito error que siempre nos acompaña. La fortuna que nos voltea la espalda”. Supe que se podían narrar hechos pequeños con palabras grandes.
Decía que velo las armas: la selección perderá con Polonia, pero le ganará a Argentina y a Arabia Saudita. ¿De qué se ríen?
Rafael Perez Gayrafael.perezgay@milenio.com
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