En días pasados se dio a conocer una nueva llamada entre el presidente de los Estados Unidos y la presidenta Claudia Sheinbaum en la que el punto central que se trató es la insistencia de Trump de enviar tropas militares a territorio mexicano para encargarse de la lucha contra los cárteles mexicanos, la difusión de la referida comunicación se dio a conocer por cada unos de los mandatarios atendiendo cada uno fiel a su estilo, sin causar sorpresa esa forma fanfarrona y provocadora del estadounidense de afirmar que la presidenta de México no permite la entrada de las fuerzas armadas por tener temor a los grupos del crimen organizado.
La oposición mediante todos sus componentes partidistas, opinólogos, legisladores y todos los elementos de ese caudal político a una sola voz reprochan la negativa de ingreso de las fuerzas armadas de un país extranjero a territorio mexicano siguiendo con la misma narrativa de su estrategia electoral de acusar al gobierno y a la presidenta de estar relacionados con el crimen organizado, con ese afán de querer provocar en el electorado un desencanto dibujándole un escenario en el que la lacerante situación de inseguridad vincularla al partido en el gobierno y a la presidenta, como si la ciudadanía fuera susceptible de esa desgastada narrativa.
Para esa vertiente política opositora no importa que se pueda implementar ese escenario en el que las corporaciones militares extranjeras actúen en territorio mexicano como los ha caracterizado históricamente en todos los países en los que se han presentado sin mínimo respeto a los derechos humanos, simplemente en la actualidad la persecución a migrantes en el propio territorio estadounidense es la mejor ilustración del actuar se las corporaciones gringas; la nación norteamericana sigue asumiendo que es la policía del mundo, que puede invadir cualquier país que determine unilateralmente una amenaza para su seguridad e incluso con la bandera de defensa de la democracia y contra las dictaduras.
En México hay un sistema constitucional de protección a los derechos humanos, en el que hasta la persona que haya incurrido en los delitos de suma atrocidad se le reconocen derechos fundamentales, este modelo es ajeno a la forma de actuar de la milicia estadounidense que se ha destacado precisamente de excesos y abusos en donde se ha instalado bélicamente, y no habrá enjuiciamiento sino ejecuciones de personas que pudieran ser inocentes y que ellos determinen arbitraria y unilateralmente quienes son delincuentes integrantes de organizaciones criminales en territorio mexicano con los riesgos de que muchas personas inocentes se incriminen bajos reglas y criterios de la milicia estadounidense operando en México.
Pero para la oposición eso no importa, lo que realmente les interesa es provocar un caos político y de inseguridad, prefieren la invasión militar de un país extranjero para ver si pueden recuperar terreno político y electoral y regresar al poder y así recuperar privilegios que ejercieron durante décadas para saquear al país que lo asumían como un botín patrimonial propio, familiar y de un grupo reducido que conformó la elite política y económica y gobernó durante décadas, ese es en el fondo su pretensión que les hace aflorar su mezquindad que es fiel a su comportamiento histórico en otras etapas de México, en las que los conservadores hoy encarnados en la derecha mexicana prefieren un gobernante extranjero o igual un ejército extranjero operando en México que se les figura que derrocaran al gobierno del régimen naciente y los reinstalarán a ellos ya que por la vía electoral están totalmente devastados casi al exterminio político.
