Recientemente quedo a la luz pública la confrontación entre Adán Augusto y Ricardo Monreal, ambos lideres respectivamente de las Cámaras del Congreso de la Unión, a su vez referentes políticos de las principales instituciones que representan los principales poderes que acompañan a la Presidenta Claudia Sheinbaum en el proyecto de la etapa de transformación después de Andrés Manuel López Obrador, en la que se supone son las mismas reglas de cero tolerancia a la corrupción y transparencia en todas las instituciones públicas del gobierno.
Mas allá de los números en discrepancia que cada uno presente, lo que es un hecho es que queda al descubierto que hay una confrontación política que cada uno de los actores que han quedado abiertamente expuestos en posicionamientos confrontados están enconados dentro del mismo cause político dándole elementos a la oposición para alimentar su lucha contra el gobierno como si realmente tuvieran autoridad moral para enarbolar una lucha contra la corrupción.
El tema principal es que hay dos versiones abierta y públicamente encontradas, ambas dentro de la vertiente política e ideológica de la cuarta transformación, sobre una temática que pudo haberse quedado en un ámbito interno o domésticamente tratado sin haberse expuesto abiertamente en tribuna del Senado o incluso medios de comunicación, lo cual en otros tiempos ni siquiera se hubiera permitido que saliera a la luz pública.
Lo importante y trascendente es que hoy no solo se puede ventilar y publicar el diferendo entre dos representantes de las cámaras del congreso de la unión, realmente lo trascendente es que el debate es público y que habrá trascendencia política, es decir, que quien se haya equivocado e incurrido en actos indebidos será administrativamente y políticamente sancionado independientemente del cargo que se tenga o la relevancia política que represente, porque así está en el decálogo de la presidenta Claudia Sheinbaum, no hay tolerancia y encubrimiento a personajes ni grupos de poder político ni económico.
La presidenta llegó al mandato supremo de la republica sin adeudos políticos ni económicos, esa es un realidad y circunstancia que la pone en una situación de descarga y autonomía política de total independencia en su actuación, sin ataduras, sin compromisos con liderazgos o colectivos que la comprometan a actuar en lo indebido, con toda la autoridad moral y política a exigir a personajes como los que se señalan mutuamente de actos de corrupción, que en la ciudadanía y vertiente partidista de morena exigen que se esclarezcan los hechos y se sanciones a quien hay incurrido en responsabilidad violentando los principios y normatividad interna de morena.
Es difícil que uno de los protagonistas de la confrontación política salgan exentos de la responsabilidad, en todo caso lo que la militancia de morena y la opinión pública esperan es que haya una congruencia en el discurso y narrativa política de la lucha frontal contra la corrupción, y evidentemente alguien está mintiendo, lo cual es difícil que pueda permanecer en el liderazgo de una de las cámaras del Congreso de la Unión, lo importante y trascendente es que se ponga el ejemplo de que en esta nueva etapa de la republica no se guarda impunidad a quienes incurran en actos indebidos política y moralmente reprobables y que se tienen instancias realmente efectivas para hacer valer el estado de derecho por el cual se busca tener al país en un ordenamiento acorde a la aspiración de la sociedad mexicana.