Hoy pocos, por no decir nadie, se prestan a debatir sobre si el grito “Puto” es homofóbico (y en consecuencia discriminatorio y ofensivo), o simplemente una expresión inocente de la cultura popular mexicana.
Pero durante años y años la discusión se mantuvo entre esos extremos discursivos, generando horas de pasionales alegatos mediáticos que no llegaban a ningún lugar.
Para la FIFA, sin embargo, nunca ha habido duda. Ese grito debió eliminarse desde que estableció que era ofensivo. Pero como miles de aficionados no le han hecho caso, y lo han empezado a retomar en las últimas apariciones de nuestro representativo, las sanciones se van a endurecer. Es real que de persistir el “Puto” cada que el portero rival despeje el balón, la Selección Mexicana de futbol será sancionada ya no nada más con dinero, sino ahora con puntos en el torneo clasificatorio al Mundial de Qatar 2022.
Habrá que ver si la advertencia, que se ha difundido con fuerza en todos los medios en los últimos días, propicia un cambio radical de actitud en esos rebeldes aficionados tan dispuestos a desafiar la restricción.
Es triste, pero ya no hay espacio ni tiempo para que la Federación Mexicana de Futbol establezca una real campaña de concientización y educación. El que esos miles o millones de adeptos al grito no lo consideren como una expresión discriminatoria es, por supuesto, también desalentador.
Ahora lo que le toca a la FMF es difundir con mayor fuerza todavía solo una cosa, que si se sigue gritando “Puto” la Selección Mexicana va a terminar jugando sin público y los partidos que gane en la cancha los perderá en la mesa.
No hay manera de saber lo que piensan hoy esos miles que consideran su derecho gritar no solo “Puto”, sino cualquier insulto que se les ocurra a jugadores rivales o propios o a aficionados rivales o propios. Ya vienen dos juegos amistosos y la Copa Oro. Ahí lo sabremos.
Rafael Ocampo