En el papel no resultaba nada sencillo enfrentarse al Puebla, un equipo agresivo, muy ofensivo, que se le ha dificultado a todos. Pero el América los destruyó.
Nadie puede dudar después de este partido, jugado anoche en el Estadio Cuauhtémoc de la capital poblana, que los dirigidos por Fernando Ortiz son amplios favoritos para hacerse del título de campeones dentro de tres semanas.
El América juega de forma espectacular bajo el mando de un entrenador al que todavía muchos le imponen la categoría de emergente o sustituto. Lo primero que hay que asumir ya, pase lo que pase en las siguientes rondas, es que Fernando Ortiz es un muy buen entrenador, alguien que ha sabido gestionar con pulcritud un equipo plagado de figuras. Esto no es mérito menor. Muchos otros entrenadores, con más blasones y experiencia, no han podido con esto ante escenarios idénticos.
Lo otro, Ortiz, un destacado defensor central argentino que jugó hace unos años para el Santos Laguna y el propio América, ha impuesto un modelo de juego muy atractivo, extraordinariamente ofensivo y contundente, a la par de un esquema defensivo sólido. Esto viene de la mano de un complemento precioso: la entrega de todos los que juegan, su compromiso para correr por todo el campo con orden y humildad.
Vencer al Puebla, insisto, no era una tarea nada sencilla. De hecho, se fue al frente en el marcador y tuvo opciones para meter uno o dos goles más antes de que el América los aplastara. Las Águilas metieron 6 goles… Y también pudieron haber hecho cuando menos otros tres.
Lo que se viene el próximo sábado por la noche en el Estadio Azteca, en el partido de vuelta, puede resultar escandaloso. Si el Puebla se desboca al frente queriendo acortar el marcador, se puede llevar otra goleada terrible.
Para el América, la Liguilla empezará hasta la ronda de semifinales. Habrá que conocer a sus rivales, pero hoy parece notoriamente superior a cualquiera de los que le toque enfrentar.
Rafael Ocampo
Twitter: @rocampo
