En beneficio de todos los actores que componen el futbol, pero en beneficio sobre todo de la credibilidad del mismo, es urgente que la Comisión de Arbitraje de la FMF, presidida por Arturo Brizio, reordene o de plano rehaga el manual de utilización del videoarbitraje.
Sería de necios no reconocer que la utilización de este recurso tecnológico viene generando desconcierto en propios y extraños. Hay contradicciones manifiestas entre lo que se ve de este sistema no solo entre partido y Partido, sino en ocasiones, en un mismo juego.
La tendencia es a hacer aparecer al árbitro central (en principio la máxima autoridad sobre el terreno de juego) en una especie de títere de las personas que desde una cabina remota (sea una unidad móvil de televisión o algún otro lugar), deciden por él.
Se creía en un principio que sería el árbitro central el que, ante una duda, sería el que solicitaría la ayuda de la tecnología, pararía el juego y solicitaría la intervención del VAR. Pero no. Ahora son los personajes citados (casi todos árbitros retirados) los que paran el juego y le dicen, por un sistema de comunicación inalámbrico al árbitro, qué jugadas (de las que están en el catalogo de revisables), merecen o tienen que ser revisadas.
Hay algunas acciones de este tipo que los jueces del VAR deciden por ellos mismos, ante la evidencia contundente... Otras acciones, más delicadas o que pueden generar polémica, sí son sancionadas por el árbitro central trasladándose a un monitor que se encuentra entre las dos bancas de suplentes y cuerpo técnico.
El tema, lo que genera incomodidad o franca molestia, es cuando los criterios para la intervención del VAR no son parejos. Y esto sucede muy a menudo. Ignoro si esto tiene que ver con la personalidad de cada árbitro o con qué otro factor. Pero harían mal desde la Federación Mexicana de Futbol en negar que tienen que unificar y corregir uno de los recursos que llegaron para acabar las polémicas, no para incrementarlas.
