Veo que en la Selección Mexicana de Futbol, del director técnico al último de sus jugadores, intentan procesar con tranquilidad las dos derrotas consecutivas en la eliminatoria mundialista, como visitantes, ante los representativos de Estados Unidos y Canadá.
No me parece el tono adecuado, pero mientras les toleren esa actitud en la Federación Mexicana de Futbol, no modificarán nada. La realidad es que, más allá de la imagen que quieran mostrar en público, hay elementos inquietantes que los deberían en automático instalar en una autocrítica organizada y profunda.
Y no para explicar las razones de los referidos dos descalabros, sino para revisar los porqués de que la Selección no domine un sistema efectivo de juego luego de casi tres años de tener y mantener a un mismo entrenador.
Es importante que Gerardo Tata Martino y los jugadores de mayor renombre respondan a esto de cara a lo que será su desempeño en el Mundial que se efectuará en diciembre del próximo año. Rehuir a este tema con el argumento de que no se tiene el pase todavía me parecería casi absurdo. ¿Qué se ha construido en estos dos años y 10 meses de trabajo? ¿Se consolidó ya un relevo generacional tal cual se mencionó por aquellos días de enero del 2019 cuando se presentó al entrenador de origen argentino?
No lo veo. Siguen en la Selección como estandarte veteranos como el portero Guillermo Ochoa y el defensa central Héctor Moreno… Se atravesó y ha dejado marca también un tema de indisciplina con decisiones (¿o sanciones?) nada transparentes que, entre otros, dejaron inhabilitado para ser nuevamente convocado al goleador histórico del Tri, Javier Chicharito Hernández. Y tampoco se tuvo la capacidad (¿o el interés?) para convencer de seguir en el equipo a Carlos Vela. Es cierto que es un personaje complicado y hasta tortuoso, pero está claro que hace falta.
Rafael Ocampo