Todo en el futbol mexicano se mueve en la cúticula de los temas profundos. Nadie está dispuesto a profundizar, a tomarse las cosas tan en serio como para elaborar proyectos realmente transformadores, que vayan al fondo y provoquen cambios absolutamente perceptibles y reales.
Todo es forma y, en consecuencia, verborrea. Sobran las palabras, así sean en debates encendidos y provocadores. Falta la acción, que significa trabajo en todos los sentidos.
Vivimos en un futbol muy haragán. Sobre todo cuando se revisa el proyecto que abarca a las selecciones nacionales, sobre todo al representativo mayor.
Es la fecha en la que no hay un plan de acción realmente novedoso y esperanzador, algo que permita ilusionarse con bases reales de cara al Mundial del 2026, en la que nuestro país será co anfitrión, al lado de Canadá y Estados Unidos.
Lo que impide que se dé esta urgente visión colectiva, generosa y completa es un mal grave. Lo he dicho ya en varias ocasiones en mis últimos escritos, pero conviene reiterarlo: la desunión. Hay cuando menos dos grandes grupos de intereses que se repelen y rivalizan de forma muy mezquina, hipócrita y soterrada.
Por un lado, los hombres e intereses de Televisa (América) y Tv Azteca (Mazatlán, Puebla), junto a Alejandro Irarragorri, propietario mayoritario del Grupo Orlegi (Santos y Atlas). Por el otro, el Grupo Pachuca, de Jesús Martínez (Pachuca, León) y los dos poderosos equipos regiomontanos (Rayados y Tigres)… Los demás integrantes de la Liga Mx van jalando con quien tome iniciativas y posiciones de poder… Ahí están las Chivas, el Necaxa, Grupo Caliente (Xolos, Querétaro), el mismo Toluca o FC Juárez o San Luis… El Cruz Azul y los Pumas, tristemente, no cuentan prácticamente para nada en este circo de disputas.
Y así las cosas. No hay fuerza ni figura que se interese y pueda acabar con este cuadro.
Rafael Ocampo
Twitter: @rocampo