El tema en los Pumas no pasa por saber cuándo tomarán la decisión de cesar a Rafael Puente como su entrenador, sino por qué lo nombraron. Ese es el directivo o esos son los directivos que tendrían que responder por los malos resultados que viene entregando este equipo a sus millones de seguidores.
Se supo y se sabe que este entrenador es bueno para tocar puertas y armar proyectos que venden buenas ilusiones. Eso, sin lugar a dudas es un gran mérito. En un mundo donde impera la improvisación y la intuición, tipo como él marcan diferencias. Por ello él no tiene la culpa de haber llegado a la dirección técnica de uno de los cuatro grandes del futbol mexicano sin una trayectoria exitosa. Es responsabilidad absoluta del o de los directivos.
Si ese personaje es Miguel Mejía Barón, pues es Mejía Barón. Pero si fueron más, tendrían que aprender a dar la cara y asumir su responsabilidad. No nada más el “Doctor”.
No había nada público que avalara la llegada de Puente como entrenador de este equipo y la realidad lo está mostrando.
Los Pumas con él al frente no juegan a lo que deben jugar de acuerdo a las características de los jugadores que tienen. Su defensa ha quedado exhibida como una de las peores del torneo por el desequilibrio que muestra.
Trajeron de refuerzo a Sebastián Sosa, un portero experimentado y en buen momento (fue suplente en la Copa del Mundo de Qatar, con la selección uruguaya), pero nada ha podido aportar para darle seguridad a la retaguardia.
Algo está pasando en Pumas. ¿Quién toma decisiones? ¿Quién ha salido a hacerse responsable de haber contratado, por ejemplo, al brasileño Dani Alves? Antes del escándalo criminal que lo mantiene en prisión en Barcelona ya era muy pero muy cuestionable su rendimiento y alto costo económico.
Se podrá ir, y quizá sea pronto, Rafa Puente, pero mientras esté este o estén estos personajes tomando decisiones en Pumas las cosas irán cuesta arriba.
Rafael Ocampo
Twitter: @rocampo