No solo hay que recuperar el orgullo que generó en los mexicanos la representación nacional en el Clásico Mundial de Beisbol. A todos debería de agradarnos la capacidad de convocatoria que logró esta Selección con base en sus triunfos, calidad y carisma.
El beisbol puede generar ídolos seguidos por propios y extraños, como es el caso del cubano naturalizado mexicano, Randy Arozarena. El beisbol puede convertirse en un espectáculo de atención nacional y no solo regional. Hay que reconocer que desde hace muchísimos años las dos Ligas profesionales que hay en México de este deporte han generado verdaderos fenómenos de consumo en varias ciudades muy importantes del país. Pero también que, a diferencia del futbol, no irradia lo mismo en todos los estados.
Este equipo nacional que tanta satisfacción nos dio en los últimos días, se conformó por peloteros que si bien se formaron en nuestro país, han tenido la oportunidad de ir a las Grandes Ligas de los Estados Unidos, en donde se juega el mejor beisbol del mundo. Hay también naturalizados como el ya citado caso de Arozarena. Y también jóvenes talentos que buscan proyectarse a la Gran Carpa, pero que tienen en México buenas opciones también. Para completar el cuadro, los entrenadores son todos brillantes ex beisbolistas, como Benjamín Gil o Vinny Castilla.
Ojalá exista la capacidad en quienes dirigen y administran este deporte para que esta Selección Mexicana de Beisbol siga activa y que su extraordinario e histórico papel en este Clásico Mundial (nunca se había llegado a semifinales), sirva de gran ejemplo para que la práctica de este deporte se extienda todavía más.
No hay que dejar de lado para nada el apoyo que ha recibido el beisbol y su Selección Nacional de parte del Presidente de la República. Desde la conferencia mañanera y desde las redes sociales de Andrés Manuel López Obrador se ha convocado a voltear a ver a estos buenísimos beisbolistas y la verdad no nos defraudaron.