No se puede avanzar a una Liguilla, ni mucho menos coronarse con el título, si un equipo no tiene gol. Esta lección ha vuelto a repasarse con el Cruz Azul, eliminado la tarde noche del pasado sábado, en la ronda del repechaje contra el Atlas.
Un gol le bastó a los rojinegros para dejar fuera a los dirigidos por Ricardo Ferretti, incapaces de meter las pocas oportunidades más o menos claras que tuvieron.
No solo entonces los males de esta Máquina son la nula contundencia, sino la reducidísima capacidad para generar juego ofensivo.
Con el Tuca al frente tras el temprano despido de Raúl Gutiérrez en esta temporada, los celestes adquirieron empaque, seriedad, articulación y compromiso… pero con esos valores diáfanos no fue suficiente ni para entrar a la Liguilla.
Todo porque el equipo fue pésimamente armado por directiva y cuerpo técnico anterior.
No olvidemos las promesas que se les hicieron a los aficionados durante la pretemporada, contruyendo expectativas fraudulenteas del todo, como la supuesta llegada del veterano goleador uruguayo Luis Suárez. A cambio se quedaron una multitud de delanteros foráneos que juntos no hicieron un solo elemento confiable y productivo: Estrada, Carneiro, Morales, Lotti.
Tampoco, les decía, desde la media cancha aportaron nada elementos como Rotondi, Tabó y Carrera.
Siete extranjeros buenos para nada. Jugadores que fueron traídos para marcar diferencias y nada.
Cualquier directivo y entrenador serio y honesto sabía que estos jugadores no iban a hacer un equipo mejor del sitio que al final se alcanzó. Así que no podrán más que asumir su responsabilidad.
Ahora, apenas transcurridas unas horas de la eliminación, los rumores empiezan a pudrir el ambiente cementero: que viene el español Isco, que se van a comprar en varios millones de dólares a tres extranjeros del Santos Laguna.
No aprenden nada.