¿Quién debe de hablar por el futbol mexicano? ¿Los aficionados? ¿Los propietarios de los equipos profesionales? ¿Los entrenadores y jugadores? ¿Los “expertos” y analistas?
Puede responderse que todos esos actores y los que más se nos ocurran. Y con ello se resolvería, con sentido diplomático, el asunto. Pero el enorme problema con esa respuesta es que todo se vuelve amorfo.
Creo que esto lo entienden muy bien quienes toman decisiones en la Federación Mexicana de Futbol (son varios personajes que ahora mismo no tiene sentido nombrar). Y por ello han oficializado la llegada de Juan Carlos Rodríguez como presidente de la FMF en lugar de Yon de Luisa. Pero, y esto es lo más importante, el anticipo de que Rodríguez se convertirá en las próximas semanas o meses en un “Alto Comisionado” que incrementará su poder y responsabilidad.
Vamos a ver en qué se transforma todo este campo de buenas intenciones con el paso de los días. Pero la idea de consolidar en Rodríguez a ese personaje que elabore un proyecto verdaderamente revolucionario, con los colaboradores y estrategias que él juzgue pertinentes, suena muy llamativo.
El futbol mexicano se ha estancado cuando se revisa el desempeño de sus selecciones representativas. No veo una tarea más definida y urgente que deba asumir el nuevo, ahora sí, “mandamás” de este deporte.
Pero para poder construir y concretar ese proyecto ambicioso y diferente tendrá que contar con el apoyo de todos los propietarios y directivos que hoy están divididos en, cuando menos, dos grupos muy bien identificados.
Esa es otra tarea muy definida: lograr que todos jalen y remen para la misma dirección. Lo cual se ve complicado pues es uno de esos grupos quién propuso y sostiene a Rodríguez. Pero de que éste tiene capacidad para unir hay expectativas positivas.
Que la Selección Nacional siga siendo un gran negocio no debe haber duda que lo seguirá siendo, con Juan Carlos o cualquiera otro.
