No hay manera de impugnar la decisión del presidente del Cruz Azul de despedir a Ricardo Tuca Ferretti. Espero que esta medida sea la primera en un nutrido capítulo autocrítico en la gestión de Víctor Velázquez, quien se quedó al frente de este club tras el forzoso escape de Guillermo Álvarez Cuevas hace ya unos tres años.
No era el Tuca Ferretti el entrenador indicado para darle el brillo que su enorme afición espera del Cruz Azul. Por varias razones: su tendencia al juego calculador y especulativo; los signos decadentes de su rol de entrenador desde que terminó su larga relación con los Tigres (entre ellos su cansancio físico); su pésimo carácter, que lo lleva muy a menudo a protagonizar gritos e insultos…
Pero es una verdad incuestionable que los fuertes problemas que enfrenta este equipo van más allá de Ferretti. Tienen origen, pasan y vuelven sobre el papel precisamente de la directiva que encabeza Velázquez.
Este Cruz Azul, eliminado tempranamente de la Leagues Cup y que marcha en el último lugar de la tabla de clasificación de la Liga Mx, es producto de una pésima planeación, una incapacidad trágica para hacerse de buenos refuerzos y, además, de que lleguen a tiempo.
Este plantel carece de figuras y jugadores decisivos en roles fundamentales, como el de centro delantero. No lo tuvieron el campeonato pasado y no lo tienen en éste. Es un equipo que carece de volumen de juego ofensivo, de llegadas constantes y variadas al marco contrario. No tienen al hombre gol, pero sí lo tuvieran, estoy seguro que éste sufriría muchísimo por la falta de llegadas con desequilibrio, vértigo e imaginación.
No tienen tampoco un portero confiable. No cuentan con un mediocampo que domine al del adversario y eso es sinónimo de mal funcionamiento y, en consecuencia, de derrotas.
Creo que haría bien Víctor Velázquez en salir a los medios y reconocer los errores que ha cometido como máximo responsable del equipo.