El Zen es una práctica transmitida de maestro a discípulo que se remonta al despertar de Buda en la India; surgió con el nombre en sánscrito Dhyana que significa pensar o meditar; se extendió por China con el nombre de Chan y con el nombre de Zen en Japón, debido a su pronunciación en estos idiomas.
Llegó a Japón a través de la escuela budista Mahayana y su aspecto cultural y folclórico se extendió a occidente por su relevancia en las artes marciales, las ceremonias de té, el arte floral y los jardines japoneses, imagen icónica de la austeridad zen.
La filosofía Zen se centra en la meditación. Al contrario que otras corrientes budistas, el Zen evita la dedicación a los textos y escrituras, y no contiene teorías metafísicas ni rituales.
En sus principios fundamentales, el Zen defiende que el despertar espiritual puede alcanzarse simplemente a través del zazen, una práctica de autodescubrimiento que nos ayuda a vivir plenamente el momento presente y a alcanzar la tranquilidad.
¿Cómo se hace? Lo más habitual es adoptar la postura del loto. En esta posición las piernas se entrecruzan, la espalda se mantiene recta y se cierran los ojos. A continuación, se dejan fluir los pensamientos sin aferrarse a ninguno de ellos, simplemente según aparecen se dejan ir; se acompaña con respiración lenta, suave y profunda que ayuda a relajar el cuerpo y sentirnos en paz.La posición y la respiración son los elementos fundamentales del zazeny se perfeccionan con el tiempo y con la práctica.
Para entender la filosofía Zen podemos atender varios principios que guían la búsqueda de la iluminación.
1. Tu experiencia es construida por tu mente
Según la filosofía Zen, las percepciones de nuestra mente crean nuestras experiencias. Por lo tanto, la forma en que elegimos, enfocamos y exploramos los pensamientos tiene un gran impacto en nuestra vida.
2. El concepto de uno mismo es una ilusión
Generalmente, definimos el “quién soy” con títulos, roles o trabajos que alimentan nuestro ego y se centran en cómo nos ven los demás.
En la filosofía Zen, es importante dominar la idea de uno mismo sin dejar que los aspectos anteriores influyan en quién eres. Para ello el Zen se aleja de los dogmas y sistemas de creencias establecidos.
3. Persigue la verdad en lugar de lo correcto.
Vivir una vida sin perseguir la verdad, deja de lado el mayor bien al que podemos aspirar. Es necesario crecer y pensar más allá de lo permitido por los dogmas y convenciones sociales.
4. El último camino hacia la felicidad es el desapego
La falta de apego lleva a la tranquilidad. El Zen busca lo simple, tanto en las pertenencias como en las preocupaciones de la vida. Menos es más.
5. “Hacer” no es tan importante como simplemente “ser”
El Zen da importancia a la capacidad de no hacer nada. Sentarse y tranquilizar la mente. Y de esta forma conectar con uno mismo y con la vida.
Estos principios no pretenden ser dogmas establecidos, sino guías en la práctica del autoconocimiento. La práctica de la meditación hace que te centres en quién eres en lugar de en lo que haces.