Los obispos mexicanos han publicado un mensaje este mes de septiembre de 2021 tocando el tema de la independencia de México, o más específicamente, el de la consumación de la independencia. En este mensaje se hace mención de otro documento que fue publicado en 2010 con motivo del inicio del movimiento de la independencia, diciendo: “Ya en la carta pastoral del año 2010, al conmemorarse el Bicentenario del inicio de la gesta libertaria, los obispos de México, como hombres de fe y como pastores, propusimos una mirada y una valoración de la Independencia y de sus insignes iniciadores: Miguel Hidalgo y Costilla, José María Morelos y Pavón, Mariano Matamoros, José María Cos, entre otros. Lo anterior lo hicimos teniendo presente el sentido cristiano de la historia, es decir, la lectura de dicho movimiento emancipador visto en el contexto de la Historia de la Salvación.”
El mensaje de este mes se denomina “La Consumación de la Independencia: una tarea permanente”. Ya con el nombre se puede captar que el mensaje no consiste simplemente en recordar los hechos, sino en tomarlos como punto de referencia que pueda servir para ver hacia adelante y comprometerse en la promoción de una sociedad justa. Esto se hace más manifiesto si se considera que después de introducir el tema son dos los puntos alrededor de los cuales se estructura el mensaje: “Una mirada iluminadora de la Consumación de la Independencia” y “Una historia que nos llama a la unidad en la reconciliación”.
Los obispos quieren ofrecer una palabra de aliento y esperanza, pues los doscientos años de la consumación de la independencia requieren también reflexión acerca de nuestra identidad como mexicanos. Consideran que esa gesta ha sido olvidada y a veces tergiversada, pero que es importante para la memoria colectiva nacional. Piensan que las investigaciones históricas pueden servir para corregir “versiones anquilosadas que hoy no se pueden seguir sosteniendo”.
Ante todo proponen que se necesita espíritu de reconciliación “y que “en la vorágine de la violencia y del odio de aquellos años, en los excesos de las partes contendientes, es difícil que alguien quedara libre de pecado”. Aquella situación hacía sentir en el país una “sed ardiente de una paz justa que vio realizable en las Tres Garantías”. (Continuará)
Pedro Miguel Funes Díaz