El Concilio Vaticano II fue una puesta al día de la Iglesia Católica para tratar de dar una respuesta adecuada a los retos mundiales. En un artículo pasado mencionaba la constitución “Gaudium et spes”, que aborda varios temas de interés para la convivencia humana, como la vida económico-social, la paz, la comunidad de los pueblos y otros.
Después del Concilio, los Papas han continuado su magisterio, principalmente en sus encíclicas, que son enseñanzas para iluminar los temas sociales desde el punto de vista ético y teológico. Veamos brevemente las principales aportaciones y documentos.
San Pablo VI, que ocupó la Sede de Pedro de 1963 a 1978, instituyó la comisión “Iustitia et pax” para colaborar en la promoción de la justicia y el desarrollo de los países, instituyó la Jornada Mundial de la Paz a celebrarse cada año y publicó en 1967 su encíclica “Populorum progressio”, que habla del desarrollo integral del hombre y del desarrollo solidario de la humanidad. En 1971 publicó además la encíclica “Octogesima adveniens”, recordando la “Rerum novarum” de León XIII, y tocando el tema de la sociedad post-industrial.
San Juan Pablo II dedicó al tema del trabajo la “Laborem exercens”, en la que lo considera un bien fundamental de la persona, clave de toda la cuestión social. Se puede decir que propone una ética y también una espiritualidad del trabajo, el cual posee no solamente un aspecto objetivo, sino una dimensión subjetiva, porque siempre es expresión de la persona.
En 1987, recordando la “Populorum progressio”, publica la “Sollicitudo rei socialis” y toca el tema del desarrollo, tomando en cuenta la situación dramática del mundo y las exigencias de un auténtico desarrollo. La encíclica afirma que “el verdadero desarrollo no puede limitarse a la multiplicación de los bienes y servicios, esto es, a lo que se posee, sino que debe contribuir a la plenitud del “ser” del hombre”.
Todavía en 1991, en el centenario de la “Rerum novarum”, san Juan Pablo II publicó otra encíclica social, la “Centesimus annus” mostrando la continuidad de cien años de enseñanza social de la Iglesia. El Papa nota que el principio que llamamos “solidaridad” lo enunciaba ya León XIII como “amistad”, Pío XI le llamaba “caridad social” y Pablo VI lo incorporaba al ideal de la “civilización del amor”.
Naturalmente cada documento contiene mucho más de lo que podemos indicar aquí, donde solamente los enunciamos. De hecho existe una amplia bibliografía sobre cada documento, pero ojalá que mencionarlos pueda despertar el deseo de conocerlos, pues son una importante aportación en favor de las personas y de los pueblos.
Pedro Miguel Funes