El pasado viernes 28 de febrero todas las mujeres de todas las entidades universitarias de la UNAM fuimos invitadas a escuchar un mensaje del rector en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural. En la sala, a rebosar de universitarias, se presentía un ambiente festivo.
Recibimos varias sorpresas esa mañana. El discurso comenzó por reconocer el andamiaje de desigualdad e impunidad que existe en toda la sociedad y la insuficiente respuesta de “nosotras, las autoridades”: “las mujeres —dijo— ya han esperado hasta límites inaceptables”.
Por lo anterior, se incorporó al Estatuto de la Universidad la violencia de género como causa grave de responsabilidad; asimismo en los próximos días, en cada entidad universitaria se integrarán las unidades de atención a las quejas de violencia de género, entre muchas otras medidas.
Dos de ellas quiero resaltar: la creación de la Coordinación de Igualdad de Género y un curso presencial obligatorio. La primera, promoverá de manera permanente la igualdad y perspectiva de género en la docencia, la investigación y la difusión de la cultura. Su primera iniciativa será trabajar para realizar un congreso universitario sobre género.
Pero de ente las múltiples actividades que anunció, una arrancó los aplausos de la concurrencia: se establecerá un curso presencial obligatorio de género, para todas las autoridades de la UNAM: “y yo seré el primero en tomarlo”, dijo elevando la voz sobre los aplausos que esa noticia generó, y al final de estos dijo con tono de advertencia: “Y espero que todos los señores directores y funcionarios me acompañen a tomarlo, ¿eh?”. Más aplausos…
Todas estamos convencidas de que los hombres tienen que aprender. Tienen que aprender a ver, a distinguir lo que es una actitud que conlleva machismo o falta de respeto. Algunos colegas se quejan: “ahora nos acusan hasta de mirarlas, nos dicen que las vemos de manera lasciva”. Pero no nos hagamos tontos: sabemos lo que es una mirada lasciva, lo que es presionar o incomodar a una colega o estudiante o no tratar con respeto a una mujer. Y así comienza lo que acaba en violencia de género.
Se acabó, señores: a aprender a comportarse.
¡Felicidades a la UNAM!