En un tratado de 10 libros, Platón estableció lo que sería su República ideal y expulsó de ella a los poetas. Sabía que ellos habían sido los grandes educadores de Grecia y consideraba que todo educador debe comprometerse con la verdad y la excelencia moral.
Cada vez que regreso a este pensamiento no puedo evitar recordar las sociedades totalitarias en las que el arte que no sirve para educar al pueblo ha sido prohibido porque sus valores no son los verdaderos. ¿Hay algo que pueda salvar a Platón de la acusación de promover una sociedad totalitaria?
Entre las razones que da este filósofo para expulsar a los poetas está el argumento de que el carácter y las costumbres morales se forjan en la infancia y juventud: si niños y jóvenes escuchan constantemente que los dioses y los héroes son libidinosos, injustos, parciales, miedosos, arrebatados, aprenderán a ser así sin ver en ello mal alguno. Y desde Homero hasta sus días eso es lo que había realizado la poesía.
Platón está quejándose de algo que a Dodds y a Nietzsche les parecía maravilloso: los dioses griegos son un reflejo de aciertos, errores y pasiones humanas. No tratamos con una cultura de “culpa” porque en dado caso todo es culpa de los dioses, que colocan el deseo o la ira en las phrenes, en las entrañas de los seres humanos.
El problema es que no hay lugar alguno para la responsabilidad moral en estos poetas. Lo que María Zambrano llamó “la condenación platónica de la poesía” se debe a que Platón está escribiendo un tratado educativo y no una constitución social. Por eso le parece tan peligroso que los poetas sean capaces de provocar emociones a través de las cuales el individuo aprenda modos de ser que no sean virtuosos. Es una crítica similar a la que hará a la sofística: la belleza de un discurso es peligrosa y más aún si se maneja desde el poder.
En el fondo, Platón está enfrentando poesía y filosofía por eso, al final del tratado, abre las puertas de su República a poetas que sean más austeros, menos agradables, más racionales y, sobre todo, que muestren ciudadanos que obren de manera valerosa. Esto es, a poetas como Platón.
Hoy es difícil no ser crítico ante la condenación platónica de los poetas. Pero ¿no acaso son muy cuestionables muchos valores que hemos asimilado a través de la música o de la poesía? Y ¿qué decir de algunas formas de “arte” que conllevan una brutal violencia? Hoy contamos con estereotipos machistas en la poesía, ¿habría que prohibirla?
Sin duda hay “artes” que mal educan, pero lo que hace falta no es prohibir sino dar más opciones y mejorar la educación. Una persona educada sabe distinguir y sabe elegir.
No hace falta atentar contra la libertad sino educar, educar y educar.