En sobrepeso y obesidad, México lleva algunos años rondando el primer lugar mundial y parece ser que, lamentablemente, ya lo ganamos. El problema es que el sobrepeso y la obesidad han generado una epidemia de diabetes e hipertensión, entre otras enfermedades. Esa situación, grave per se, hoy se ha tornado una verdadera tormenta, pues la pandemia covid-19 se ensaña con quienes presentan estos padecimientos.
De hecho, el 72 por ciento de quienes han fallecido por la pandemia covid-19, presentaban al menos una de esas condiciones, a saber: sobrepeso, obesidad, diabetes o hipertensión. Es por eso que si queremos erradicar de raíz el mal, debemos preguntarnos qué ha ocasionado la epidemia de sobrepeso y obesidad en México.
Recientemente tuve la oportunidad de entrevistar al doctor Hugo López-Gatell para mi programa El árbol de las ideas de Radio UNAM, y pude formularle la pregunta: ¿cómo llegamos aquí? y, más importante: ¿cómo salimos de aquí? Su respuesta fue por demás deslumbrante y quisiera compartirla con mis lectores.
Para López-Gatell existe la costumbre de culpar al obeso: está gordo porque no tiene fuerza de voluntad, o porque es “muy comelón” y no cuida su salud. Así, se estigmatiza moralmente al gordo: aparte de gordo, flojo. No: resulta que no es así. Las personas que luchan contra la obesidad y el sobrepeso, son víctimas de un enemigo mucho mayor.
El doctor López-Gatell considera que para comprender cómo llegamos a esta epidemia de obesidad, debemos retroceder en el tiempo unos 40 o 50 años. En México, desde 1970 se comenzó a buscar la autosuficiencia alimentaria. Y en efecto, recuerdo ahora que el primer Programa Universitario creado en la UNAM fue el Programa Universitario de Alimentos, el cual surgió porque el entonces presidente López Portillo se entrevistó con el entonces rector, el doctor Octavio Rivero Serrano, para pedirle que la UNAM uniera sus esfuerzos para colaborar con estudios que generaran suficiencia alimentaria en México. Así creó Rivero Serrano el primer Programa Universitario. Fue también la época del Sistema Alimentario Mexicano: el SAM.
Pero algo sucedió: el doctor López-Gatell recuerda y cita al doctor Víctor Toledo, quien ha explicado cómo el maíz, planta fundamental en la alimentación y en la historia del mexicano, dejó de ser un producto de consumo local y se convirtió en un insumo de la industria alimentaria internacional. Primeramente, esto se debió a la producción de los cereales industrializados; a las famosas hojuelas de maíz.
Pero nuestra actual pesadilla comienza cuando se globaliza el empleo del jarabe de maíz de alta fructuosa, el cual es un concentrado que hoy se usa en todos los productos de alimentos industrializados: edulcorantes, estabilizantes, salsas embotelladas, productos horneados y por supuesto, los refrescos.
Es así como hacia 1980, se instala de manera definitiva una nueva forma de alimentarnos: tanto la producción como los mercados locales fueron desplazados por los mercados globales. Esto generó una dependencia económica hacia los países industrializados que compraban productos naturales a México, para luego vendernos productos procesados altos en azúcares, sales y grasas saturadas, con un bajísimo nivel nutricional. Ese es el fundamento económico de la epidemia de obesidad en México, y así fue como se creó la tormenta perfecta para covid-19.
Hoy recuerdo a mi doña Mari, en su empobrecido puesto del mercado: “Sobreviví al cáncer, señito, no al Wallmart”.