Política

Kafka y las nuevas masculinidades

En Carta al padre, Franz Kafka arranca con una declaración que resume su esencia: “Querido padre, recientemente me preguntaste por qué digo que tengo miedo de ti. Como de costumbre, no supe qué contestarte, en parte porque tengo miedo de ti, en parte porque el miedo se basa en detalles tan numerosos que no podría reunirlos en una sola respuesta coherente”.

La perturbación referida por Kafka fue el resultado de una presencia paterna dominante, autoritaria, humillante (“Tú me has llamado muchas veces ‘bueno para nada’ –decía Kafka–; en un exceso de magnanimidad, también ‘actor’”), incapaz de comprender sus miedos, ansiedades y satisfacer ningún tipo de expectativa. La falta de empatía, la crítica constante y la desvalorización de la que siempre fue objeto convirtieron a nuestro autor en una persona profundamente ansiosa, insegura, de autoestima frágil y con una autopercepción distorsionada que siempre le hizo dudar de sus propios logros, proyectando dicha inseguridad en la grisura de varios personajes retratados a lo largo de su obra.

Kafka revela el pernicioso resultado de una virilidad hegemónica y tradicionalista, que se empeña en castrar el menor atisbo de sensibilidad masculina.

En ese sentido, Carta al padre puede entenderse como uno de los antecedentes del discurso sobre las nuevas masculinidades, el cual surge durante la segunda mitad del siglo XX en un contexto de cambio social profundo, marcado por los movimientos feministas y de derechos civiles, cuestionando las estructuras tradicionales de poder y género, pronunciándose contra las desigualdades, a favor de una mayor equidad de género, poniendo sobre la mesa la apremiante necesidad de reevaluar y redefinir lo que significa ser hombre en una sociedad en plena transformación.

Gracias a la obra de Michael Kimmel, Raewyn Connell y, entre otras, Judith Butler, sabemos que las nuevas masculinidades rechazan la rigidez de los roles tradicionales de género, critican las estructuras patriarcales que han perpetuado la dominación y el poder autoritario masculino, reconocen y valoran la diversidad de experiencias y expresiones de ser hombre y, entre otras características más, abogan por relaciones igualitarias entre hombres y mujeres, así como entre hombres mismos.

Desde esta nueva mirada de la masculinidad, les mando mi más sincera felicitación a quienes han tenido el privilegio de ser un padre completamente distinto al de Franz Kafka. ¡Enhorabuena!


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Pablo Ayala Enríquez
  • Pablo Ayala Enríquez
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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