Hará cosa de tres o cuatro meses que perdí la noción del momento en que arrancarían las campañas electorales, porque quienes contienden por la silla presidencial desde hace mucho tiempo andan en campaña.
Lo cierto es que, como diría Beto el Boticario, llegó la hora del “ya vas que chutas”, “la hora chimbengüenchona”, la del “quítate que ahí te voy”, la de las y los ciudadanos, el momento para sacudirnos la condena del proverbio popular que dice: “Si hay un idiota en el poder, es porque quienes lo eligieron están bien representados”.
Por ello, si le encabrita, enferma, deprime o angustia el gobierno de turno –en el nivel que sea– y quiere que las cosas marchen de otra manera, no le queda más remedio que informarse, dar un manotazo en la mesa y salir el 2 de junio a votar por quien mejor le represente. La tarea es simple. Un asunto de sentido común, valor y compromiso cívico. Lo mínimo esperado de quien lleva en su cartera la credencial del INE.
Y del mínimum minimorum asociado a la necesidad de estar bien informado, quisiera prevenirle del uso tramposo que puede hacerse de la inteligencia artificial en las próximas elecciones. Me explico.
En un artículo publicado en la revista Time, Vera Bergengruen relata la manera en que la inteligencia artificial fue empleada en Taiwán para manipular el resultado de las elecciones. Los ciberataques registrados fueron atribuidos a personas pagadas por el gobierno de China.
Dado que este año prácticamente la mitad de la población mundial saldrá a votar, algunas compañías dedicadas al desarrollo de sistemas digitales –entre ellas ChatGPT– trabajan en el diseño de candados y políticas que permitan evitar el uso inadecuado de la inteligencia artificial. Uno de los ejecutivos entrevistado por Bergengruen señaló que en estas elecciones se democratizarán narrativas falsas creíbles.
En el caso de México, la inteligencia artificial podría ser utilizada para viralizar contenidos engañosos a través de las redes, alertándonos de algunas amenazas, avisando del robo, destrucción o cambio repentino de la ubicación de ciertas casillas, de la renuncia inesperada de algún candidato, las tendencias o cualquier cosa que logre confundirnos.
Si el 2 de junio quiere evitarse un mal rato, infórmese con tiempo, piense bien su voto y déselo a quien sea digno de representarle.