La hibridez es una cualidad que deja al descubierto la unión de dos elementos de naturaleza distinta. Al menos eso es lo que dice la RAE.
Más allá de la parquedad de la explicación, lo cierto es que híbrido e hibridez son términos en boga. Con más frecuencia vemos coches híbridos, escuchamos de culturas híbridas, géneros híbridos, animales híbridos y, como efecto de la pandemia, clases híbridas.
El regreso al aula, si no es del todo presencial, como mínimo, será híbrido, es decir, una parte del grupo estará en casa tomando clases de manera remota, y la otra lo hará físicamente en el aula.
La medida es afortunada en muchos sentidos. Las y los estudiantes, literalmente, morían por regresar de alguna manera a las aulas, porque las clases remotas se convirtieron en un pesado fardo. En cierta forma, lo mismo sucedió con el profesorado; impartir clases ante un montón de cámaras apagadas o inexistentes, por decir lo mínimo, resulta extremadamente frustrante, porque es imposible descifrar la reacción de quienes están al otro lado de la computadora. El mismo alivio sintieron vendedores ambulantes, papelerías, proveedores, transporte urbano y un largo etcétera.
A la cuestión emocional y económica se suma el factor seguridad. Que todos los niveles educativos retomen simultáneamente la presencialidad en las aulas podría provocar una tercera ola de contagios, de ahí que la hibridez permita un regreso más seguro.
Traigo a cuento el asunto de la hibridez en las aulas, porque llevada al terreno de las campañas políticas, podría resultar muy efectiva para reducir costos en términos de vidas humanas y contagios.
Al momento no sabemos cuántas personas de las muchas comparsas que acompañaban a las y los candidatos resultaron contagiados en los diferentes actos de campaña.
Tampoco sabemos si la cifra de políticos muertos en campaña seguirá aumentando en los próximos días. Como nunca, el número se disparó sin que alguna de ellas se haya detenido. Las cosas como son.
No fue en esta ocasión, pero, seguramente, la hibridez política, de hoy en adelante debe verse como una alternativa que nos permitiría modernizar nuestra joven y costosísima democracia.
Pablo Ayala Enríquez