Política

'El yoga del comer'

En su “delicioso” libro El yoga del comer. Trascender las dietas y los dogmas para nutrir al ser natural, Charles Eisenstein dice que es difícil encontrar al verdadero representante del Evangelio de la Salud, debido a que “el desventurado explorador de la comida sana se enfrenta a una desconcertante maraña de consejos contradictorios, todos ellos provenientes de fuentes acreditadas”.

Si sacamos de la ecuación a los timadores y entusiastas desinformados, las razones dadas por los expertos son, razonablemente, válidas. Hay quien se pone a dieta por cuestiones éticas –evitar el dolor animal o el despilfarro de recursos naturales–, religiosas, clínicas, culturales, deportivas, estéticas e, incluso, económicas –hay quienes, aunque quieran, no pueden comer carne–.

Lo que Eisenstein propone es que “en lugar de confiar en una autoridad externa”, confiemos en lo que nuestro cuerpo dice frente a la mesa. No se trata de seguir el consejo de mi primo Reynaldo –“come lo que se te dé la chingada gana, y que el cuerpo agarre la forma que le dé su chingada gana”–, sino de “experimentar y disfrutar plenamente cada uno de los bocados que nos llevamos a la boca”. La idea es comer de manera consciente, dándonos cuenta todo lo que implica alimentarnos. Este es el propósito del yoga del comer.

Eisenstein usa la palabra yoga en un sentido muy general. De dicha práctica rescata sus muchas enseñanzas –respirar, volverse consciente del momento, etcétera– para que nuestra alimentación se convierta en una vía para armonizar cuerpo y espíritu, sin sacrificio, dolor, sin la frustración que surge cada vez que nos privamos de algunos alimentos que vuelven la vida grata. La meta es “gozar y deleitarse con la comida de forma desinhibida. […] sumar placer a la vida, no restarlo”.

Entre las principales sugerencias que Eisenstein hace para integrar a nuestra vida los beneficios del yoga del comer, destacan: agradecer por lo que se llevará a la boca; comer más lentamente, masticando por completo cada bocado antes de introducir otro; hacer en silencio alguna comida o mantenerse callado durante un tiempo para nos distraerse de lo que come; saborear –al menos– los primeros bocados poniendo atención plena; cuando alguien domine la conversación “tómelo como una oportunidad para experimentar el placer de saborear cuidadosamente cada bocado”.

Antes de su próxima comida, piense esto con calma y me cuenta.


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Pablo Ayala Enríquez
  • Pablo Ayala Enríquez
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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