El pasado miércoles, la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) decidió incrementar su tasa de interés a un rango de entre 0.75% y 1%. Esto forma parte del proceso de normalización de política monetaria que tuvo la tasa cercana a cero desde 2008.
Este cambio se veía venir y fue impulsado por los firmes datos económicos en ese país; la inflación se acerca ya a la cifra esperada de 2% y se han creado continuamente fuentes de empleo. Recordemos que en 2009, la tasa de desempleo en Estados Unidos llegó al 10% de la población económicamente activa (PEA) y se ha logrado disminuir al 4.7%.
En el caso de México, el Banco de México (Banxico) tiene reunión en dos semanas y se prevé un incremento de al menos 25 puntos base para llevar la tasa a niveles de 6.5% sin descartar que el incremento pudiera ser mayor, pues en las últimas ocasiones, el incremento a la tasa se ha dado en 50 puntos base, es decir, medio punto porcentual.
Pero, ¿qué implican estos cambios en la tasa de interés y cómo nos afectan? Al incrementarse la tasa de interés, se encarece el costo del dinero y así los créditos, el efecto inmediato es una disminución al consumo.
De esto podemos darnos cuenta a través de tres indicadores básicamente: los datos de ventas en tiendas iguales de la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (ANTAD), la confianza del consumidor, y la venta de autos nuevos.
Estos indicadores han venido desacelerando su crecimiento, lo que nos permite saber que se está contrayendo el consumo y con ello la actividad económica.
Es por esto que la mayoría de los analistas consultados por Banxico esperan ya un crecimiento no mayor al 1% en 2017, cifra que dista del 2.5% esperado por el Gobierno Federal.
Esta situación complica las inversiones en nuestro país y con ello la generación de empleos, por eso es tiempo de que el gobierno se apriete el cinturón y evite contraer más deuda, considerando que la actual se está encareciendo con los incrementos a la tasa de interés.