El objetivo de la ciencia no es demostrar la existencia de Dios; la Biblia tampoco tiene como tarea ir en contra de la ciencia, sino resaltar la fe y la vida.
El lenguaje científico y el lenguaje religioso son muy distintos y no son comparables. Cuando se habla del cielo, su significado es muy distinto; el cielo religioso nada tiene que ver con el cielo de las naves y cohetes espaciales. Para los astrónomos la Tierra es un diminuto planeta entre las galaxias; para la religión el mundo es todo.
Por eso no se debe confundir ambos lenguajes.Yuri Gagarin, un astronauta soviético, fue el primer terrícola en viajar alrededor de la tierra en 1961. Luego de orbitar por la tierra, al regresar este cosmonauta dijo: “Ahí arriba no se ve a ningún Dios”. Por su parte, el tripulante estadounidense del Apolo, Frank Bormann, fue el primer hombre en viajar alrededor de la Luna en 1968; quedó fascinado por la profunda oscuridad del universo; cuando aterrizó leyó en voz alta lo siguiente del Genesis: “En el principio, Dios creó los cielos y la tierra.
La tierra estaba oscura y vacía, en tinieblas. Dijo Dios: Sea la luz. Y fue la luz”.Para los astrónomos contemporáneos el principio del Universo fue una explosión: El Big-Bang. En el sentido bíblico, el mundo no es Dios; el universo es una creación, la gran explosión inicial tiene un origen divino.
Dios es atemporal, no existe un antes o un después de Dios. La concepción cristiana ve al mundo como una creación que aun continua y evoluciona.
Un mundo donde existe la materia y el espíritu, la sexualidad y espiritualidad, que son ambos en esencia, buenos. Para la religión el ser humano es el protagonista del mundo y el cosmos. Permitiendo que el universo sea analizado, investigado y conocido por el hombre.
El hombre inventó la ciencia y su propio lenguaje; por eso, cuando Albert Einstein habló de la velocidad de la luz a 300 mil kilómetros por segundo, nada tiene que ver con la luz religiosa: Dios es la plenitud de la luz. Einstein era agnóstico y consideraba inaccesible para el entendimiento humano la negación o afirmación de la existencia de un Dios: Que iluminó el cosmos al pronunciar ¡ Sea la luz !.