La pandemia que vivimos a nivel mundial nos ha hecho pensar a muchos hombres gays (así lo he leído en redes sociales), sobre la crisis del sida a principios de los años ochenta. En ese entonces las autoridades y la sociedad dejaron morir a los jotos, a los enfermos mentales, a los degenerados, a los que estaban viviendo un castigo por su sodomía. Tuvieron que morir miles de personas, muchas de ellas hombres gays y los sobrevivientes y aliados tuvieron que salir a la calle a gritar llenos de rabia, para que los gobiernos en el mundo comenzaran a tomar acciones. De eso ha pasado poco más de 40 años, tenemos una nueva pandemia encima y otra epidemia, la del VIH, con muchos pendientes.
Como en el Coronavirus los hombres que tienen sexo con hombres y las mujeres trans no son la población clave, entonces hay una preocupación mundial, un ánimo de cuidarnos entre nosotros, de superar este problema. La situación actual es un buen pretexto para pensar en la empatía, en el cuidado del otro, en lo necesario que resulta acabar con el estigma por el VIH. Una buena herramienta es el arte, en particular el cine. Es una gran idea revisitar cintas como Un corazón normal (The normal heart en HBO), el hermoso y doloroso retrato de la lucha de Larry Kramer, uno de los activistas fundamentales en la lucha contra el sida.
También está la francesa 120 latidos por minuto, sobre la creación del grupo activista Act Up en Francia (fundado por Kramer originalmente en Estados Unidos). Esta sensación de miedo en la actualidad la vivieron potencializada miles de hombres gays por la falta de información hace cuatro décadas. Que pensar en esa angustia y en ese dolor nos ayude a ser mejores cuando superemos esta crisis de salud. Es buen tiempo para reflexionar.
