Asistí al Vive Latino para hacer la cobertura de Notivox Televisión. Por convicción personal no habría asistido, sin embargo, la nota más importante en el entretenimiento estos días es la realización de un evento masivo que convocó en dos días a más de 120 mil personas en medio de la pandemia mundial del Coronavirus, a pesar de la cancelación de diversos eventos de todas las naturalezas, de un valido espíritu de prevención y de una situación en México, que como en otros países del mundo, cada vez se complica más.
La gente estaba tranquila, sobre todo por las recomendaciones de las autoridades de salud. Se abrazaban, se tomaban de la mano, se besaban, bebían del mismo vaso de cerveza (dos, tres y más personas), compraron mucha comida y se aglomeraron como lo requiere este tipo de eventos para ver lo más cerca posible a sus bandas favoritas. En cada baño tenían gel antibacterial y lugares para lavarse las manos, sin embargo los esfuerzos parecen innecesarios cuando las personas estornudaban con total libertad y sin detener la veloz salida de saliva con el antebrazo. Cuando hablé con algunos de ellos les pregunté ¿Somos irresponsables por estar aquí? Y su respuesta más común era que no, ya que estábamos siguiendo las recomendaciones de las autoridades.
Los señores de 31 minutos ofrecieron un vistoso espectáculo que enloqueció a un público de todas las edades, particularmente niños, que eran cargados en los hombros de sus padres y despreocupados de los que vivimos bailaban al ritmo de “Yo nunca vi televisión”. Llegada la noche se podían ver más cubre bocas, pero nunca los suficientes para ser mayoría. A la llegada de Zoé al escenario principal, el Foro Sol lucía repleto de gente, un monstruo de personas no apto para quien tenga fobia a los gérmenes. El director del Vive Latino me lo dijo, cada quien tiene la decisión de asistir al festival o no, quienes decidieron formar parte por convicción la pasaron muy bien y disfrutaron del que podrá ser el último evento de esta naturaleza en varios meses en nuestro país.
