Cultura

Mejorar el contacto consciente

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Hemos llegado a noviembre y aún la pandemia del Covid 19 nos tiene en estado de alerta y de prevención ante la posibilidad de tener una regresión en el número de contagios en México, como ha sucedido en otras latitudes del mundo, por lo que debemos seguir con la guardia en alto y agradecer, a pesar de todo, tantas lecciones y aprendizajes que nos ha regalado este inesperado 2020 que nos obligó a salir de la zona de confort, a movernos y en pensar en otro diseño de planeta y de la forma como nos relacionamos los seres humanos y como convivimos con el resto de habitantes en la Tierra.

Seguramente cuando inició el distanciamiento social obligado por el virus, nadie imaginábamos que llegaríamos al penúltimo mes del año con una nueva realidad que nos hace ver cada vez más lejana la anterior “normalidad” y me parece que no hay vuelta atrás, la vida en el planeta no volverá a ser igual y cada uno elegirá hacia dónde dirigir la suya, la de sus grupos, familia, comunidades, sociedades y países.

Además de que noviembre inicia con las fiestas culturales y religiosas del Día de Todos los Santos y del Día de Muertos, en los que deseablemente no debería haber aglomeraciones en los panteones como tradicionalmente se hacía, este año en México también vivimos por decreto tres días de luto desde el 31 de octubre hasta hoy, en honor a los fallecidos por el coronavirus, por lo que para muchos estos días han sido de reflexión e introspección.

Adicionalmente, noviembre es mes 11 y en los diversos grupos donde se practican los 12 pasos, se estudia precisamente el paso decimoprimero que dice que “buscamos a través de la oración y la meditación mejorar nuestro contacto consciente con Dios, como cada quien lo concibe, pidiéndole solamente que nos dejase conocer su voluntad para con nosotros y nos diese la fortaleza para cumplirla”.

A muchos les sigue haciendo ruido que el programa de los 12 pasos hable de dios y lo consideran religioso, por lo que se alejan de él, sobre todo los agnósticos y ateos, por lo que nosotros, en respeto a las creencias y cultos personales, solamente abordamos los mismos desde el valor terapéutico que indudablemente tienen, si se escuchan con mente abierta y receptiva y se deja a un lado el concepto teológico de los mismos.

Por más que se les explica a quienes están en rehabilitación que el programa es universal y no religioso, que cada uno puede definir o no, a su propio dios y que lo importante es la practica de los pasos, aún hay resistencia por lo que en este día deseamos abordar el paso que podría considerarse más espiritual, para comentar sus beneficios prácticos, independientemente de si cada uno tiene o no un poder superior.

Comenzaremos por explicar que la oración es hablar con alguien o consigo mismo en un ejercicio de relación intra-personal y con un poder superior si se tuviera, mientras que la meditación es hacer silencio, callar la mente, para encontrar paz, darle un descaso al cerebro y encontrar en ese estado de pausa, las respuestas que muchas veces la cabeza obsesiva no puede.

Por ello el título del paso 11 menciona “mejorar nuestro contacto consciente” (ahí me detengo para no revolvernos con el concepto de dios), acción que a todas luces es de vital importancia pues los seres humanos perdemos en la rutina, el estrés, la cotidianeidad y muchos más factores, la relación con nuestro propio ser o consciencia, muchas veces viviendo en automático, con sus respectivas consecuencias negativas.

¿A cuantos de quienes me leen les pasa que al despertar lo hacen con zozobra, con angustia de todo lo que les depara el día, se levantan y no tienen ni cinco minutos para sí mismos por todo lo que tienen que hacer en las próximas horas? Y lo mismo en la noche al acostarse a dormir y eso si pueden conciliar bien el sueño.

Hace muchos años, una gran terapeuta regiomontana, de las muchas excelentes que se han cruzado en mi camino, me acompañó en un momento de crisis que vivía entonces y recuerdo como si fuera ayer que al terminar de escucharme todo lo que traía, justo antes de terminar la sesión, me dejó de tarea para la siguiente, realizar unos ejercicios de respiración y de poner en blanco la mente por cinco minutos una vez al día, lo cual en ese momento me pareció inverosímil, sobre todo que estuviera pagando una consulta para que me fuera sólo con esa receta, cuando a mi “se me despedazaba mi mundo interior”.

Llegué una semana después y me preguntó cómo me había ido con la tarea, a lo que respondí que me había costado mucho trabajo, que me desconcentraba fácilmente y me pasaban muchos pensamientos mientras trataba de hacer silencio, mientras que sólo un par de veces me había quedado dormido. “De eso se trata”, me explicó, “de darte cuenta lo difícil que es parar tu mente, sin lo cual no puedes tener paz ni armonía en nada, pero que bueno que un par de veces te quedaste dormido eso quiere decir que al menos pudiste encontrar descanso”.

Después de ello me devoré libros de meditación de excelentes autores como Chopra y Osho, hasta llegar a los expertos del “mindfulness” (atención plena) y desde entonces he podido comprobar por 13 años, los beneficios de la meditación, sin contar que una cosa me llevó a la otra, seguí aprendiendo e incluso me atreví a hacer mi Master en Reiki y a hacer de esta práctica parte de mi vida y a compartir con quienes me privilegian con su confianza.

Desde una mejora metabólica, regulación de la presión arterial, distensión del sistema nervioso y muchos más beneficios orgánicos, sin contar con todos los regalos que a diario le da a mi cerebro y a mi salud emocional.

¿Cómo puede vivir el ser humano en paz, si nuestra mente no está en paz? Ahí está el beneficio de la meditación, de hacerme consciente de mi estado y de procurar siempre estar en el pico de mi ser (“peakstate”) y de alcanzar plenitud y armonía.

Como en mi caso puede hacerse para iniciar con solo cinco minutos a diario, hasta llegar a hacerlo más largo y profundo, al darme cuenta de que no resolveré nada de mis actividades cotidianas si no estoy en mi mejor estado.

Y en el caso de la oración, sin meterme en terrenos religiosos de la plegaria o de la filocalia, citaré a un gran poeta, Antonio Machado, que decía que quien habla solo, espera hablar con dios un día.

Repetir palabras positivas, hacer visualizaciones acompañadas de frases poderosas, preparar tu cerebro e incluso rezar o pedir a lo que sea en que se crea, es un ejercicio neuronal muy sano que prepara toda tu energía para estar en tu mejor estado actual.

Frases de gratitud y de amor, a quien sea que se dirijan, comenzando por uno mismo, son las más significativas oraciones para cambiar los pensamientos negativos y la percepción del mundo que ello implica, por un estado de alegría y gozo independientemente de las circunstancias, pues como dice el coach Tony Robbins, “la vida no te está pasando a ti, está pasando para ti”.

Mejorar el contacto consciente conmigo, con la vida, con los demás, con la naturaleza, con el universo, con dios como tu creas en él y con todo lo que nos rodea, tan solo puede darnos beneficios, comenzando por salir del estado autómata en que muchos viven.

Que tengas excelente mes de noviembre.

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Omar Cervantes
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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