Mañana 10 de junio se conmemora el 90 aniversario de la fecha en la que se consideró la fundación de Alcohólicos Anónimos, con la charla de dos bebedores problemáticos que a la larga se convertiría en una agrupación internacional con presencia en más de 180 países y que ha salvado a millones de personas del alcoholismo y las adicciones.
Ese día, 10 de junio de 1935, en Akron Ohio, se conmemora la última copa de Robert Holbrook Smith (Dr. Bob) y William Griffith Wilson (Bill W), en una tarde en la que el antiguo corredor de bolsa que había perdido todo y que desesperadamente buscaba dejar de beber, de visita por aquella ciudad buscó con quien poder platicar, que tuviera la misma necesidad.
El Dr. Bob uno de los mejores médicos de la zona fue su prospecto por su conocida fama de bebedor problema, por lo que hizo una cita con él, concedida inicialmente para 15 minutos.
No fueron 15 minutos, fueron largas horas durante la tarde y noche en que ambos intercambiaron experiencias de cómo les estaba yendo con el alcohol, mientras bebían café y fumaban cigarrillos.
Es así como la historia reconoce ese día como la celebración de la primera junta de Alcohólicos Anónimos entre estos dos personajes que experimentaron la ayuda mutua, el puente de comprensión, la empatía y el deseo de superar su descontrolada forma de beber, dándose cuenta de la importancia de hablar entre ellos por largas horas sin necesidad de ingerir alcohol.
Bill W, y el Dr. Bob comenzaron algo que solo Dios pudo haber tenido planeado y fueron, a la postre, los co fundadores de una de las agrupaciones que en el siglo pasado fue llamada un milagro de la humanidad.
Ambos personajes, junto con los veteranos de aquellas épocas, desarrollaron después el programa de recuperación de los 12 pasos, adoptado posteriormente para otras adicciones, escribiendo quizás sin saberlo, uno de los métodos más exitosos para superar esta enfermedad mental que hoy en día es uno de los pilares básicos en las clínicas de rehabilitación y consultorios para adictos y sus familias.
Años antes de que el alcoholismo y otras adicciones fueran catalogadas como enfermedades por la Organización Mundial de la Salud y las organizaciones psiquiátricas del mundo, dos bebedores consuetudinarios, más allá de encontrar una solución a uno de los problemas principales en sus vidas, estarían creando, seguramente sin proponérselo, uno de los modelos más sólidos, con un toque de inclusión y espiritualidad que ha traspasado fronteras hasta nuestra actualidad.
A nueva décadas de ese encuentro, sólo podemos decir, gracias Dr. Bob, gracias Bill W.
