Llegan las fechas decembrinas, nos vienen a la mente las añoranzas de nuestra niñez y también la de nuestros hijos, dos ciclos muy emotivos de nuestra historiapara quienes estamos en la mitad de nuestros 50´s, por lo que a veces suele invadirnos la nostalgia de la alegría de aquellos tiempos en que las infancias se adueñaban de estas fiestas, mientras los adultos escuchaban sus canciones favoritas, muchas de las cuales quedaron impresas en nuestros corazones, aunque no necesariamente hayan sido melodías propias de la época, pero sí de nuestras festividades familiares.
Mientras me aprestaba a escribir mi colaboración de esta semana, me vino a la mente, como es común en mí, una tonada que tarareaba en mi cabeza yque a la letra dice “viento si lo sabes viento dime lo que piensas”, del álbum “No soy de aquí” del magnífico cantautor finado Alberto Cortez, por cierto uno de los favoritos de mi padre que por supuesto nos acompañó en infinidades de fiestas decembrinas y de otras temporadas a lo largo de mi niñez y la de mis hermanos.
Por supuesto ese pensamiento era como una invitación a explorar la búsqueda de ese álbum, por lo que ya metido en la plataforma musical, luego de ver que se imprimió en 1971, encontré otra melodía que me evoca esos ayeres y quellenó por un momento mi mente como recreando las posadas y navidades en las que mi padre solía deleitarnos con su canto.
“Erase una vez que era” es la canción que finalmente me mostró el mensaje de lo que hoy debería compartir con mis lectores.
“Erase una vez que era, un barco en alta mar,que con sólo una velaquería navegar.Le preguntó a las olassi lo podían llevar y las olas dijeron: aquí te quedarás".
A propósito de lo que hemos escrito y compartido en este año, éste que está por terminar nos ha traído muchas experiencias y aprendizajes, en muchos de los cuales pudimos habernos sentido rotos, incompletos o simplemente sin una de nuestras dos velas, desorientados y suplicando ayuda mientras algunas puertas o caminos aparentemente se cerraban.
Y cuando la desesperanza parecía invadirnos, de pronto nuestra fe y nuestra perseverancia, nos hizo levantarnos, como continúa la canción.
“Pero vino una brisaque comenzó a empujaraquella frágil veladel barco en alta mar... le limpió la cubiertay a puerto lo llevó. Eres tú aquella brisay aquel barco soy yo”.
¿Cuál ha sido nuestra brisa este año? ¿Dios para los que creemos en él? ¿Un Poder Superior como cada quien lo imagina, como dicen los alcohólicos anónimos? ¿Un ángel en forma de ser humano? ¿Una mano tendida por alguien en el momento oportuno? ¿Una puerta inesperada que se abrió?
Ahora que estamos a poca más de dos semanas para terminar el 2022, además de procurar unas fiestas en paz y en armonía, quizás sea un momento para respondernos preguntas, dejar de quejarnos de lo que nos falta y dar gracias por lo que tenemos, confiados en que siempre llegará esa brisa que nos llevará a puerto seguro.
¡Tengan todos y todas felices fiestas en paz y en armonía!
Omar Cervantes