Aunque trato de evitar el escribir en primera persona o sobre temas muy personales, hoy es un buen día para compartir con mis lectores lo que significa el regalo de la paternidad, la bendición de ser padre, una misión de vida.
Hoy, cuando mi hijo primogénito Pedro cumple 28 años de edad, los mismos que tenía yo cuando recibí por primera vez la bendición de ser padre, reflexiono sobre uno de los principales propósitos que ha tenido mi existencia en este plano terrenal, aún cuando culturalmente se habla poco del rol del papá, dando preferencia emocional al de las madres.
Ser padre de cuatro hijos sencillamente ha sido un propósito de vida y me queda claro que es un don divino del que me siento privilegiado, independientemente de la calidad con la que yo esté desempeñando el papel, lo cual sólo le tocará juzgar a Dios y quizás mis descendientes sean los indicados para opinar.
Parecería una exageración cuando algunos como yo afirmamos que los hijos son el motor de nuestras vidas, pero no es un cliché o una frase hecha, es una realidad para quienes abrazamos este propósito de vida de ser padres.
Hace algunos años, cuando mis hijos eran más pequeños, comentaba con un gran amigo, en paz descanse, sobre el cómo cambia nuestra forma de vivir cuando somos padres.
Él, mi amigo Eduardo, vivía con un continuo estrés de poder proveerle a sus hijos de dos matrimonios, lo necesario para vivir. Incluso comentábamos cómo es la vida de quienes deciden o no pueden tener hijos y viven de manera muy diferente que nosotros, en lo económico, en sus actividades cotidianas y en la forma de ver su existencia.
En mi caso me siento orgullosamente un hijo amado de Jesús, un profesionista con sentido social en los roles que juego en mis diferentes actividades productivas, un hijo que ama a sus padres terrenales y bendice a sus hermanos, además de muchos otros papeles que me toca jugar.
Pero desde el 23 de abril de 1996 mi vida cambió por completo. Mis pensamientos, mis mejores deseos, mi amor incondicional, mi provisión económica, mi ejemplo y mi vida entera giran alrededor de mis cuatro hijos, que en junio serán todos mayores de edad y siguen siendo el motivo principal de mi ser.